El Real Murcia es uno de esos equipos históricos que desembarcan en la Primera Federación y le dan color y grandeza a la categoría. Tras superar la etapa de Segunda RFEF la temporada pasada, los murcianos marchan con paso firme en el vagón del ascenso a Segunda División.

Aunque siempre con cautela, en el Real Murcia no están como para darse otro batacazo ante la ilusión. Con un recorrido demasiado largo en los ‘infiernos de bronce’ para ellos, los aficionados han sufrido las malas gestiones en los despachos ‘pimentoneros’ en este sendero.

El hincha general probablemente no lo recordará, pero al Real Murcia se le perdió la pista en el fútbol profesional tras un descenso administrativo en 2014. Quedaron cuartos clasificados en Segunda, con básicamente potencial de Primera División, para verse jugando en campos de césped artificial a la siguiente temporada por no cumplir con los requisitos de pago de una deuda que ha sido dolor crónico hasta el día de hoy.

Desde ese día, han sido uno de los principales ilustres de la extinta Segunda ‘B’. Con proyectos a rebosar de promesas vacías, el murcianismo está lleno de corazones rotos, hartos de cuentos de hadas y de malos acompañantes.

En lo deportivo, cuatro play-offs de ascenso en las primeras cuatro campañas que no culminaron en éxito. Más allá de eso, sequía y decepción hasta tocar fondo en el nuevo cuarto escalón nacional. Todo ello, sumado al limitado éxito del UCAM Murcia, que han saboreado las mieles de la división de plata y competido en la primera temporada de la Primera RFEF. Ahora, los papeles se han cambiado.

Cogiendo impulso desde lo más profundo del pozo, se divisa a un Real Murcia resurgido de sus propias cenizas tras el ascenso. Las miradas, puestas en Segunda División, con mayor facilidad de alcanzarla que en el sistema de Segunda ‘B’, aunque sin caer en idilios y utopías.

Sin poder competir en el contexto presupuestario, el conjunto grana ha mantenido a un gran número de jugadores del plantel del año pasado, que vuelve a dirigir Mario Simón. La apuesta por la continuidad, más el salto de calidad facilitado por no tener que hacer una plantilla desde cero, ha permitido resolver un mercado más que prolífico cuya guinda del pastel ha sido la llegada de Pedro León.

El murciano, con nombre de Primera pero proveniente de Segunda -10 goles con el descendido Fuenlabrada-, vuelve al club de sus raíces siendo el fichaje más mediático de la categoría -hasta el romanticismo de Lucas Pérez– para ser capitán, líder y referente de un grupo que apunta a ambición con cautela. De momento, el interior es el máximo goleador del conjunto grana, siendo de los jugadores más destacados y con mejor rendimiento de la categoría.

El verdadero objetivo se ha conseguido: llegar a mitad de temporada aferrados al tren del ascenso. Ahora, en un Grupo II muy igualado -con Eldense, Castellón y varios filiales compitiendo por estar arriba-, la cuestión es intentar mantenerse entre los primeros clasificados al final de la segunda vuelta.

Lo cierto es que el Murcia llega a esta etapa en su mejor momento de confianza y juego -pese a caer en el duelo directo con el todopoderoso Eldense-. Tras un inicio de temporada muy irregular, sobre todo por los malos resultados en el Enrique Roca y por un planteamiento demasiado conservador y aburrido, los murcianos dependían de sus mejores hombres para que alguna genialidad individual rescatase los puntos.

El crecimiento en el juego ha sido tremendo. Hemos podido ver un cambio radical desde finales de año hasta hoy, lo que antes parecía miedo a atacar se ha convertido en verticalidad constante con el paso de las jornadas. Todo, potenciado por el buen momento de piezas diferenciales como Pablo Ganet, Lorén Burón, Dani Vega o Arnau Solà.

Este es el fútbol de combinación y presión avanzada que siempre quiso practicar Mario Simón, pero ahora ha dado con la tecla. La plantilla daba para ello, pero mejor tarde que nunca. Confianza, buen juego y mucha calidad en las botas. Ahora, es constante ver jugadas empezadas desde la propia portería, con balón jugado y que se finiquite en área rival.

Pero cuando se quiere jugar tan bonito, ahí aparecen los equipos más pícaros y pegajosos. Estamos en la tercera categoría y perder tiempo cuando te dominan es un mandamiento escrito en piedra. Equipos que suelen ser corrosivos y que intentan cortar el ritmo de los encuentros serán los rivales más incómodos para los murcianos, algo que ya ha pasado en algunos encuentros.

El Murcia tiene un plantel muy equilibrado y complementado, pero eso no quita que acuda al mercado de invierno porque hay piezas que sobran y bazas que faltan. Una de ellas, un ‘9’ de área, resuelta con la llegada de Alberto Toril, un viejo conocido para las gradas del Enrique Roca que promete dar muchísimo en el futuro inmediato.

También, algún defensor que pueda amainar la sangría de goles en contra. Realmente son pocos tantos encajados, pero la mayoría vienen desde el balón parado. Si se soluciona con nuevas caras o mayor trabajo táctico -también más concentración- los granas apuntan a ser un rival muy difícil de batir.

Aunque lo que más pedirán en Murcia, seguramente no es un delantero o una nueva estrella, sino estabilidad. Es cierto que con Agustín Ramos en materia deportiva todo marcha como es debido, pero los cantos de sirena vuelven a sonar en forma de inversores millonarios.

Visto lo visto todos estos años, nadie se traga la historia hasta tener el libro en sus manos o el recibo de pago, mejor dicho. Pero esa tranquilidad de que el corazón pimentonero vaya a seguir latiendo por muchos años al acabar con la dolorosa deuda, se notará y mucho.

Los aficionados lo agradecerán cuando este momento por fin llegue, pudiendo ser el punto de partida para un proyecto muchísimo más ambicioso. Con un estadio, historia y afición de Primera División, la marea murciana sigue subiendo el nivel y se merece una pronta alegría por todo lo que ha tenido que sufrir.

Imagen principal: @realmurciacfsad.


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