Dos mundos distintos se enfrentaban en un choque con objetivos opuestos pero la misma urgencia, cada vez con menos margen de error: el Barça no podía fallar si quería mantener el liderato una jornada más. Al Leganés se le acaba el tiempo para evitar el descenso. En esta nueva liga, todos se juegan la vida en cada partido.
El conjunto pepinero entró muy bien al partido, incomodando al Barça y cerrando espacios por el centro con una defensa muy adelantada. Aguirre planteó un equipo muy compacto, con coberturas y ayudas defensivas para dificultar las triangulaciones del Barça en tres cuartos, y funcionó casi toda la primera mitad. De hecho, el Leganés tuvo dos ocasiones muy claras en los primeros compases: la primera por medio de un balón largo de Jonathan Silva que superó toda la defensa culé y encontró a Eraso, combinó con Mesa y puso el gol en bandeja a Guerrero, que disparó a portería, pero Lenglet sacó el balón bajo palos para salvar al Barça. La otra terminó con otro tiro escorado de Guerrero que se paseó por delante de la meta de Ter Stegen.
Nada nuevo, una buena actuación del teórico equipo pequeño, pero fallos en ataque que al final les condenan. El Leganés perdonó arriba, y el Barca le dio la puntilla en cuanto pudo. Al equipo de Setién le faltaba velocidad en la circulación de balón para superar la muralla pepinera. Messi lo detectó y bajó al centro del campo para tomar el mando. El conjunto blaugrana se adelantó en el marcador antes del descanso gracias un remate cruzado de Ansu Fati al borde del área en el que nada pudo hacer Cuéllar. 1-0 al descanso.
El Barcelona se adueñó por completo del esférico en la segunda mitad, fruto del desgaste de los jugadores del Leganés, pero tampoco terminó de desplegar su mejor juego ofensivo. Setién introdujo a Suárez en el campo para fijar a los centrales y que el Barça apareciese más en la media punta con Messi y Griezmann. El francés volvió a estar desaparecido, sin apenas entrar en juego, y además le anularon un gol por un fuera de juego por milímetros de Semedo.
A los pocos minutos, Messi se fue de medio Leganés con uno de sus clásicos eslalon que terminó con la caída del argentino dentro del área. El árbitro picó y señaló penalti, porque da la sensación de que no existía contacto. Messi no perdonó y sentenció el partido con el 2-0 final.