Cuando al Barça le metieron 8 se habló de fin de ciclo y de una revolución urgente en la estructura del club: a nivel institucional, Bartomeu sigue anclado a su sillón. En el terreno de juego, parece que los cambios sí que van a llegar. 

La ‘era Koeman’ arrancó anoche con una contundente victoria frente a un Villarreal irreconocible en líneas generales, pero igual no tanto si tenemos en cuenta que ahora lo dirige Emery. El técnico vasco, el cual me parece un gran entrenador, prolongó su racha nefasta en el Camp Nou (13 visitas sin ganar) y la verdad es que desde el principio compró todas las papeletas para salir goleado. Todavía sigo sin saber cuál fue su planteamiento, porque básicamente no vi ninguno: 4-4-2 con dos líneas juntas y con el único fin de cerrar espacios interiores manteniéndose de forma estática en campo propio. Nada más, a verlas venir. Así le fue.

En el cuadro culé, los cambios llegan en el juego, y para bien, pero no tanto en cuanto a jugadores: sí que se vio a un Jordi Alba más en forma de lo que terminó, pero con Ansu Fati delante todo es más fácil. El extremo volvió a destrozar a su marca (en este caso, Mario Gaspar) y encarriló el partido desde el principio con su clásico desequilibrio marca de la casa: 2 goles y una asistencia en apenas media hora. No ha cumplido los 18 años y ya ha anotado 9 tantos en primera en 15 disparos. 

El nuevo sistema de Koeman funcionó: Busquets rinde mejor cuando se le arropa con un doble pivote (él mismo lo reconoció en zona mixta) y De Jong vuelve al sitio donde despuntó en el Ajax. Coutinho permutó constantemente con Messi entre la mediapunta y el ‘falso nueve’, mientras Suárez ya los marca a pares en el Wanda, y Griezmann sigue estando como terminó, desaparecido. Al técnico holandés le han traído para cambiar cosas, y parece que lo va a hacer. 

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