La actual situación deportiva del Sevilla es alarmante, pero no era demasiado difícil de prever para todo aquel que estuviera con los ojos abiertos. Tras tres temporadas de nivel alto, título europeo mediante, y con el club estabilizado en la Champions League, la caída ha sido (está siendo) larga y dolorosa. Y por delante queda una dura travesía para saber dónde está el fondo de un equipo absolutamente maltratado por parte de sus gestores.

La salida de Lopetegui, previsible desde el final del curso pasado en el que el Sevilla acabó mendigando una plaza Champions que el tiempo ha demostrado desperdiciada, y filtrada con el técnico vasco todavía presente en el banquillo, no es más que un parche en el camino que difícilmente solucionará la profunda crisis que atraviesa la entidad hispalense. Más que nada, porque el problema no está en el banquillo, sino en el campo, y eso es algo muy evidente.

Históricamente, el Sevilla, con Monchi a la cabeza, se ha caracterizado por un modelo de gestión en materia de fichajes admirado, basado en comprar jugadores bonitos, baratos y, sobre todo, desconocidos, para luego venderlos por un precio cuadruplicado tras haberlos convertido en proyectos de élite.

Un patrón de reconocido prestigio a nivel internacional que ha catapultado a la entidad hispalense hasta no solo instalarse en el podio español, sino hasta prácticamente pelear una liga hace escasas dos temporadas.

Sin embargo, y a pesar de los síntomas de agotamiento en la plantilla y el cuerpo técnico desde la segunda mitad del curso pasado que, como ya advertimos en esta casa, invitaban a la autocrítica y a tomar cartas en el asunto, desde la cúpula sevillista hicieron caso omiso a las señales de advertencia que indicaban que en verano haría falta una profunda remodelación a todos los niveles. Evidentemente, llegados a este punto, esto no se ha producido. Y lo que también habría que preguntarse es si no lo vieron, o no lo quisieron ver.

Ahora, la realidad es clara: en cuestión de meses, el Sevilla ha pasado de asentarse en puestos europeos, con tres participaciones consecutivas en la Liga de Campeones, a pelear por el descenso. También en cuestión de meses, el Sevilla ha pasado de ganar con regularidad y solvencia, a ni siquiera competir. Y esto es algo que no se puede pasar por alto.

Conviene recordar que, en el último mercado de fichajes, el Sevilla se ha desprendido de sus dos activos más valiosos, Diego Carlos y Koundé, partícipes directos de la última clasificación a la Champions, por más de 100 millones de euros, y sin reemplazo inmediato de garantías, dejando al Sevilla totalmente desprotegido en área propia (en la contraria, ya estaba huérfano).

Por el contrario, en el capítulo de incorporaciones, la de Isco, un gran jugador y a coste cero pero que aún necesita tiempo para volver a sentirse futbolista, ha sido lo más destacado. Resultado, nulo dominio en las áreas, derrotas (casi) garantizadas. Una gestión negligente y totalmente irresponsable.

La plantilla del Sevilla tiene serias carencias por los cuatro costados y eso no se arregla cambiando de entrenador. De hecho, desde el inicio del presente curso, y hasta la salida de Lopetegui, ni siquiera hemos escuchado cánticos en el Ramón Sánchez-Pizjuán en contra de la figura del técnico vasco. Primero, porque la afición del Sevilla ha demostrado tener memoria con el que les ha mantenido en lo alto durante tres temporadas. Y segundo, porque, porque saben perfectamente que él es el menos culpable de todos.

Parece que desde el club se ha trabajado de manera incansable para destruir todo lo conseguido en tiempo récord y la gente la ha pagado con Pepe Castro, pero Monchi, idolatrado por todo lo que ha dado ha este club, también tiene gran parte de la responsabilidad de la descomposición del Sevilla, como director deportivo del club. Y al final él está quedando en un segundo plano.

Lo que es seguro es que ahora toca cambiar la hoja de ruta y adaptar los objetivos a la precariedad de este equipo. La realidad es que, en el mejor de los casos para los intereses del club hispalense, el Sevilla aspira a conseguir una salvación holgada, ya que a día de hoy son claros candidatos a perder la categoría. Poco más. Europa, ni nombrarlo. Esta es la cruda realidad y la nueva hoja de ruta del Sevilla.

Imagen principal: @SevillaFC.


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