El Sevilla certificó su presencia en la Champions por tercer año consecutivo. Un logro para la entidad hispalense. No es nada sencillo en una competición en la que la regularidad marca tu destino. El campeonato español cuenta con dos gigantes, y hasta tres desde la llegada de Simeone, que mandan toda la presión a aquellos outsiders dispuestos a jugar el torneo más codiciado.
Por ello, en ningún caso se puede desprestigiar el objetivo alcanzado por el conjunto de Julen Lopetegui. De hecho, no es habitual en Nervión que un técnico extienda su presencia en el banquillo durante varias campañas. El Sánchez-Pizjuán siempre ha sido un juez soberano y exigente. La pasión por este deporte alcanza niveles altísimos en el feudo sevillista.
Sin embargo, el desenlace de la temporada no puede considerarse un éxito. Debemos recordar que el Sevilla iniciaba 2022 como el único candidato a la pelea por el título con el Real Madrid. En un año con Atlético y Barcelona autodestruidos hasta el último trimestre, los blanquirrojos gozaban de una oportunidad maravillosa.
Quizás no les daba para proclamarse campeón, pero sí tenían en sus manos ocupar la segunda posición y lo que esto supone: incentivo económico por clasificación final y la participación en la Supercopa de España (con opción de título y nuevos ingresos).
Pero la realidad es que el Sevilla ha tirado por tierra el buen trabajo realizado en la primera mitad de la competición. A pesar de las adversidades, que han sido muchas, los de Nervión obtenían resultados y seguían la estela del Madrid. Lesiones capitales cada fin de semana, problemas con el gol de los delanteros y un sinfín de circunstancias que no habían impedido el buen hacer de los hombres de Lopetegui.
Todo ello, también hay que decir, gracias a quienes más sostuvieron la cuerda: la afición. No obstante, tarde o temprano, sin cambiar la dinámica (y la suerte) y envueltos en una irregularidad dubitativa; la cuerda acabaría dando de sí hasta romperse.
Y así ha sido desde el mes de marzo. Sólo tres victorias de trece partidos. Es más, una de ellas fue la ida frente al West Ham, pero que no evitó la eliminación en Europa League.
Tal vez, los reveses en Europa y, sobre todo, en Copa, hayan influido en la moral de un equipo que termina el curso con la comunión afición-vestuario revertida. Quién lo diría hace seis meses.
Por tanto, más allá de la alegría que implica conseguir el objetivo acordado en agosto y no acabar por debajo de tu máximo rival, no es un final de temporada para estar orgulloso y celebrar de la manera que se hizo el pasado domingo en el Wanda Metropolitano.
El Sevilla tiene mucho trabajo por delante y necesita de más autocrítica desde dentro del club. De nada sirve atacar a sectores ajenos a la entidad y que únicamente hacen su trabajo. Escuchen a sus aficionados, quienes lo viven y trasladarán el mismo mensaje para afrontar el próximo curso de la mejor manera.
Imagen principal: Twitter @SevillaFC.