La Primera Federación es una dicotomía para los equipos participantes. Para algunos, un privilegio de poder competir en una categoría que se codea a las puertas del fútbol profesional, y para otros, una oportunidad de encontrar la luz al final del túnel para volver al escalón de plata y dejar atrás una travesía indeseada.

El CD Castellón es uno de esos clubes históricos del fútbol español que desean retornar a la Segunda División. Lo cierto es que los orelluts son un equipo recurrente en la categoría de plata, contando con un extenso legado al acumular 41 campañas y tres campeonatos, pero estos últimos años apenas han podido saborear las mieles del balompié profesional.
Desde el descenso tras la temporada 2009/2010, ‘El Glorioso’ ha recorrido un duro sendero que incluso los ha llevado a varios cursos consecutivos en la cuarta categoría del fútbol español. Un camino de 10 años que supone una mancha negra en la historia del club castellonense y que culminaría con un regreso fugaz a Segunda División tras la 2019/2020, ya que volverían a ‘Segunda B’ -ya reformada como Primera Federación- al término de dicha campaña.

Las expectativas que se tenían de las aspiraciones del equipo de Castalia para la pasada eran, cuanto menos, ambiciosas. Teniendo en cuenta ya no sólo su condición como club recién descendido -con una buena plantilla- o su magnitud histórica, sino todo el recorrido y trabajo que ha habido en la década de paso por las categorías no profesionales, el CD Castellón debería de estar entre los aspirantes al ascenso.
Los blanquinegros, dirigidos por Sergi Escobar, decepcionaron con una campaña apática en la que en ningún momento se les vio con las condiciones necesarias para luchar por los puestos de la promoción de ascenso. Tanto es así, que los del Nuevo Castalia clasificaron como 13º apenas cuatro puntos por encima del descenso.

Por eso decimos que el CD Castellón está de vuelta. En una etapa de cambios deportivos e institucionales -con la conversión a SAD-, los orelluts, con Rubén Torrecilla como nuevo técnico, han hecho un esfuerzo para impulsar la calidad de la plantilla para afrontar la nueva temporada en el Grupo II. Y todo ese trabajo está dando sus frutos.
No es exagerado decir que el mejor local de las categorías nacionales -o al menos uno de los más destacados- no juega ni en Primera ni en Segunda, sino en el Nuevo Castalia. Los números demuestran que el CD Castellón ha convertido su feudo en un fortín, una condición clave para asegurar una gran cantidad de puntos ante los posibles tropiezos en los encuentros visitantes y poder alzarse en los puestos más altos de la clasificación.

Tal y como ocurre en casos como el del Linares o el Córdoba, la afición es un factor diferencial para que Castalia sea un estadio inexpugnable. Da gusto ver una masa social tan entregada a su equipo en una categoría que, históricamente, no les corresponde. Ver cada dos findes de semana un estadio lleno de bufandas, camisetas y banderas albinegras ya no sólo es positivo para su equipo, sino para la propia imagen de la categoría.
Y es que, cuando las cosas van bien, todo parecer fluir en sintonía. Y Rubén Torrecilla, ya conocido entre la afición por su etapa como jugador castellonense, tiene mucho que ver en el profundo lavado de cara del equipo y en la inmejorable situación que atraviesa. El técnico cacereño, que la pasada temporada dirigió cinco encuentros como interino en Primera División con el Granada, es un analizador nato que le gusta estudiar hasta el último video de sus rivales y preparar los encuentros al máximo nivel táctico.

El salto de calidad del Castellón con respecto a la última temporada es indiscutible. Apenas se les distinguen puntos débiles en cada una de sus líneas, siendo un equipo perfectamente equilibrado. Todo ello, a través de una excelente dirección de Torrecilla -también un experto en la preparación de las jugadas a balón parado-, tiene como resultado una plantilla que transmite solidez en el juego tanto a nivel individual como colectivo.
Las carencias del año pasado, bastante deficitarias en la delantera y en el lateral, se han convertido en las nuevas virtudes de los blanquinegros. De las botas de Manu Sánchez -lateral derecho- y Dani Romera -delantero centro- están llegando la mayoría de los goles de los castellonenses, demostrando el acierto de la dirección deportiva a la hora de realizar las incorporaciones.

Además, han sabido moverse muy bien para reforzar aquellas posiciones que no eran urgentes pero que permiten completar dicho salto de calidad en cada una de las líneas del campo. Con una defensa completamente nueva que ha permitido una enorme solvencia a la hora de impedir jugadas de peligro de los rivales y un centro del campo renovado, las sensaciones del equipo apuntan a una temporada opuesta a la anterior.
El CD Castellón quiere volver a Segunda División y esta temporada está jugando sus mejores cartas. Los números que están consiguiendo son muy buenos para optar al objetivo del ascenso, pero eso debe servir para que los castellonenses trabajen aún más duro.
Imagen principal: @cdcastellon.