El fútbol modesto ha sido engañado. Parece ser que nadie se lo toma en serio, excepto los propios equipos y aficionados. Es indudable, y que me demuestren lo contrario, que la primera temporada de la nueva Primera RFEF, que surge en sustitución de la extinta Segunda B, ha sido un completo fracaso desde el inicio de liga hasta la promoción de ascenso a Segunda División.
Luis Rubiales, ya en boca de todos, ha defraudado a casi 40 equipos que afrontaban la nueva temporada con ilusión, esperando una cantidad de ingresos que les permitiera estar más cerca de los clubes profesionales, y que nunca llegaron. Digo «casi 40 equipos» porque el Extremadura no pudo afrontar los enormes gastos que ha supuesto la novedosa competición y se ha quedado en el camino, descendiendo automáticamente a mitad de temporada por impagos. Empezamos bien, ‘Rubi’.
El presidente de la Federación prometió una categoría profesional para acercar a todas estas escuadras un escalón más cerca de LaLiga en términos económicos, organizativos, comerciales y publicitarios. Sin embargo, sus palabras han quedado en papel mojado, y todo aficionado a la categoría sabe lo que ha ocurrido durante toda la temporada. Se vendió la propuesta como algo que no ha sido real, y es que realmente el análisis de la campaña da para varios textos más.
La manifestación última de un fracaso anunciado se ha dejado ver en la pobre organización de un sistema de ascenso «neutral». Pura improvisación. Parece ser que la Federación se ha acomodado a la situación producida por la pandemia en el fin de la competición de 2020, que originó la necesidad de acabar con la competición de manera súbita a través de un play-off de ascenso en zona neutral a partidos únicos. Algo comprensible y muy bien ejecutado en ese entonces.
Sin embargo, tanto en la anterior como la presente temporada, se ha vuelto a recurrir a este sistema, estando ya librados paulatinamente de los mecanismos de seguridad y distanciamiento social. Puede ser para airear la carga de partidos o para hacerlos más emocionantes, quién sabe cuál era la intención de la Federación. Pero el problema radica en la percepción de «neutral» tanto para ellos como para nosotros, los aficionados.
Una sede imparcial es aquella en la que ningún equipo debe sentirse beneficiado, todos en igualdad de condiciones. Y mira que habrá estadios y regiones de España en los que se podría organizar un evento de estas magnitudes, que justamente las sedes elegidas en estas dos últimas temporadas, con dos o tres campos disponibles para semifinales y final cuyos estadios pertenecen a uno o más equipos participantes en la propia promoción de ascenso. ¿Sede neutral? Somos modestos, pero no tontos.
La pasada campaña el CD Badajoz, favoritísimo para ascender, tuvo la ‘suerte’ de jugar en casa, pero la desgracia de caer en su propio estadio en la final frente al Amorebieta, la ‘cenicienta’ de aquella lucha por subir de categoría, la última de la antigua Segunda B. Algunos lo llamarán justicia divina, yo prefiero llamarlo ‘hablar en el césped’.
Este año, ya en términos de Primera RFEF, volvió a pasar lo mismo, pero de manera más notable. Mientras en el pasado play-off las gradas de los municipios extremeños de Badajoz, Almendralejo o Don Benito, pudieron disfrutar de la llegada masiva de grandes aficiones como la del Burgos CF, el Linares o el Algeciras CF, este año ha pasado todo lo contrario.
Gran idea llevarse lo que debería de ser una fiesta para el fútbol modesto a una de las puntas del país, a Galicia, a más de 1000 kilómetros de viaje para algunos equipos, distancias inalcanzables para los hinchas. Es cierto que Riazor es un estadio increíble, pero no es justo llenarlo de aficionados gallegos apoyando al Deportivo en un partido que debería de ser neutral. Aunque de nuevo, el equipo anfitrión cayó en la final en su propia casa ante el Albacete Balompié.
Y es que este caso es la única excepción en cuanto a llenos de graderíos. Entristece ver las imágenes de Balaídos y A Malata, otra de las sedes, con las gradas prácticamente vacías, que han despertado la opinión casi unánime de que esto debe cambiar.
Álex Quintanilla, jugador del Nástic de Tarragona, y participante en la promoción recién celebrada, ha argumentado en Twitter su decepción y descontento ante la organización de la Federación tanto a lo largo de la temporada como en la celebración del play-off. Una opinión que cuenta con más de 11.000 likes y que la mayoría de los aficionados, de los cuales he podido comprobar, se sienten representados en sus palabras: «Los clubes deben ser valientes y plantearse que su futuro está en riesgo en la situación actual», ha asegurado.
Deberíamos de preguntarnos si Quintanilla se hubiera pronunciado de la misma manera si el Nástic hubiese conseguido el ascenso con el Villarreal ‘B’. Sin embargo, es cierto que el jugador ha puesto la primera piedra en una necesaria crítica constructiva para conseguir solucionar los graves problemas patentes de la competición y conseguir que el indudable atractivo deportivo que despierta en los aficionados se traduzca en una rentabilidad económica y financiera para todos aquellos que viven de ello.
Se supone que la Federación llegó a un acuerdo para la celebración de la promoción de ascenso a Segunda en Galicia para dos años más, potenciando las voces críticas hacia el masivo fracaso. En cambio, se han pronunciado recientemente ante la demanda de cambio, afirmando la propuesta para volver al sistema de play-off a doble partido.
Si esto es así, resultaría en una gran noticia tanto para los aficionados, que podrían volver a disfrutar de un partido de esta magnitud en sus propios estadios, y para los equipos participantes, que apenas ingresaban un pequeño porcentaje de las taquillas en las últimas promociones, mientras que el resto iba a parar a las arcas de la Federación. Un auténtico ‘chiringuito improvisado’ para nada acorde a lo que se merecen estos escudos, aficiones y ciudades.
Imagen principal: Twitter @NASTICTARRAGONA.