En una temporada en la que la mayoría de los equipos recién ascendidos han sido protagonistas -véase Eldense, Real Murcia, Ceuta o Córdoba-, era un pecado capital que obviáramos el gran trabajo realizado por la AD Mérida. El premio a la regularidad es el derecho para soñar en grande.

Los romanos han hecho una campaña envidiable ante muchos conjuntos ya asentados. Teniendo en cuenta los presupuestos que manejan unos y otros, los emeritenses han conseguido componer una plantilla que ha dado oro cuando muchos los destinaban al descenso. La realidad es que no han sufrido por la permanencia en ningún momento, eso dice mucho de cómo se han asentado en la Primera Federación.
Juanma Barrero es el pilar más importante del club, no tengo dudas. El entrenador cambió el rumbo del timón romano en Segunda Federación para acabar luchando por un puesto para ascender a Segunda División en apenas un año. Aunque resulte una aspiración que roza lo utópico, el equipo podría certificar su participación para la próxima Copa del Rey en un momento de forma sensacional. Un logro que haría justicia a su campaña.

Y es que desde un primer momento se ganaron el respeto del resto. Un equipo que ha sido consciente de que podía jugar de tú a tú con cualquiera y que no se ha puesto nervioso cuando las rachas eran negativas. El bache en los compases iniciales de 2023 pudo verter los primeros síntomas de duda e inquietud, pero que se supo solventar por la gran personalidad que ha instruido Barrero a la plantilla. En ningún momento hubo nerviosismo.
El juego de la AD Mérida es muy identificable, incluso se podría definir con una sola palabra: valentía. Es fantástico cómo juegan con el balón. Se denota una alegría y comunión que no se ve en otras plantillas, con mucho desparpajo de futbolistas jóvenes que quieren dar lo mejor de sí. Y qué decir de su gran afición, sobran palabras:
La propuesta en defender en el bloque más alto posible es atractiva, los emeritenses nunca plantean partidos soporíferos. Pero es cierto que han sufrido mucho en acciones puntuales por falta de concentración y errores individuales, nunca todo puede ser positivo. La valentía no puede conllevar temeridad, son los riesgos que se toman por el atrevimiento.
La calidad en la zona de creación es de superior categoría, el control del juego es exquisito y aquí me gustaría destacar el nombre de Luis Acosta. El pivote gaditano es un espectáculo partido tras partido, erigiéndose como uno de los mejores futbolistas del Bronce. Clave para ayudar a sacar el balón desde atrás y acelerar el ritmo a partir de mediocampo.

La velocidad en las transiciones los convierte en una de las puntas de lanza más peligrosas de la competición. Jugadores como David Larrubia, Dani Sandoval y Meléndez son protagonistas de un frente ofensivo letal que saca mucho rédito en las jugadas con espacios y a balón parado.
Si algo me gusta del Mérida y pienso que lo diferencia positivamente de los demás equipos es la tranquilidad en la gestión. Se están ganando el sello de credibilidad como proyecto, el de un club sereno que escala poco a poco. Sin cometer locuras ni precipitaciones, es uno de los mejores ejemplos de dirección sana junto a Linares, SD Logroñés o Unionistas -conjuntos que también están haciendo una temporada destacada-.

El futuro de los romanos ya se está construyendo, con claras intenciones de seguir progresando bajo la cautela característica que seguramente los llevará a buen puerto. Con las renovaciones de Dani Sandoval y Luis Acosta, la AD Mérida asienta las nuevas bases de un proyecto que debería de intentar ser continuista y mantener al mayor número de jugadores posible.
Si el gaditano se va a quedar -aunque sea por objetivos de partidos-, teniendo en cuenta su rendimiento digno de categoría de plata, es que los emeritenses tienen algo muy grande preparado.
Imagen principal: Merida_AD.