El Linares Deportivo es un ejemplo de lo bonito que puede llegar a ser el fútbol modesto. Un equipo humilde y aguerrido que, de la mano de su afición, encadena dos temporadas consecutivas rozando con los dedos un sueño que hace pocos años parecía inalcanzable: el ascenso a Segunda División. El cuadro andaluz, en contra de todos los pronósticos, ha demostrado que todo es posible y que no es necesario un proyecto basado en el dinero para conseguir grandes objetivos.

Aunque a categorías como la Primera RFEF o la extinta Segunda «B» se les reconozca como insignias máximas del fútbol modesto, lo cierto es que en algunos casos se pueden observar diferencias notables entre unos equipos y otros. Cuestión de inversión, de capacidad económica, de masa social… No todos pueden disfrutar de similares cantidades de capital y existen equipos con mayor competencia que otros.
Lo cierto es que a muchos de estos les cuesta llegar al día con los pagos a jugadores y demás trabajadores, entre otros tantos problemas financieros. El fútbol de barro siempre ha sido así. El riesgo del dinero y el peligro de no poder ser rentables. Y cuando existe necesidad, clubes con mayor capacidad financiera se aprovechan y deshojan, casi que desmantelan a aquellos que han destacado y cuyo equipo no puede permitirse igualar las ofertas económicas de las mismas categorías que les llegan a estos jugadores.
Y esto es lo que lleva sucediendo en Linares desde su regreso a la categoría de bronce, justo el curso de la remodelación post-Covid. En un mercado donde el movimiento masivo de jugadores es lo habitual -lo raro es que un equipo consiga mantener el bloque del curso anterior-, los de Linarejos han sufrido las consecuencias de dicho contexto.

Las grandes temporadas cosechadas por los azulillos en un entorno tan competitivo como ha sido la Segunda «B» y la nueva Primera RFEF, ha provocado que sus jugadores más destacados se conviertan en las principales gangas y más cotizadas piezas para equipos con mayor capacidad económica.
Así, los aficionados linarenses han visto cómo su plantilla ha cambiado casi por completo verano tras verano. Al finalizar la temporada 2020/2021, el Linares Deportivo se convierte en el último campeón del Grupo IV de Segunda «B» -siendo recién ascendido de Tercera División, por lo que el mérito se multiplica- y disputa los play-offs de ascenso que se celebraron en Badajoz.
La derrota en semifinales contra la SD Amorebieta, que posteriormente conseguiría un sorprendente ascenso -era la ‘cenicienta’- frente al propio Badajoz, que ejercía como anfitrión jugando en su estadio como local, no fue ningún impedimento para que se les diera a los andaluces el reconocimiento que se merecieron.

En términos de mercado, se podría decir que también los demás clubes reconocieron la gran temporada de los linarenses. De una campaña a otra, que sería ya en Primera RFEF, el club mantendría en plantilla a solo ocho jugadores, aunque tan importantes como Fran Carnicer, Fran Lara, Hugo Díaz, Rodri o Josema. Igualmente, el entrenador y gran artífice del proyecto, Alberto González, abandonaba el club. Una situación que exigía una lluvia de nuevas caras para una campaña histórica, ilusionante y muy competitiva.
Decir que la temporada del Linares en Primera RFEF ha sido una montaña rusa de emociones es la mejor forma que se me ocurre de definir 38 jornadas en pocas palabras. Y es que los azulillos han jugado con el fuego del descenso una buena parte de la temporada, aunque parezca que no. Con un mal comienzo de la mano del nuevo técnico, Alejandro Sandroni, el club trajo de vuelta al banquillo de Linarejos a Alberto González, quien volvía a coger las riendas del equipo unos pocos meses después de su despedida.
Un espectacular final de temporada -teniendo en cuenta que una racha positiva puede impulsarte varias posiciones en una liga tan apretada- catapultó a los andaluces hacia la parte alta de la tabla, consiguiendo el quinto puesto. De nuevo, la ilusión del ascenso se respiraba en tierras jiennenses -aunque a los del Real Jaén no les hiciera mucha gracia, también hay que decirlo- con nuevos héroes como Jon Etxaniz – pichichi azulillo con 14 goles-, Christian Carracedo o Nando Copete.

Esta vez, en una injusta -e improvisada- organización del play-off de ascenso en Galicia, el Linares cayó goleado ante el Deportivo de La Coruña en el propio Riazor, en un estadio lleno de aficionados deportivistas. Un final agridulce que no debe embarrar una nueva temporada histórica para un club que ha trabajado siempre desde la máxima humildad.
De nuevo, y como era de esperar, está siendo un verano con muchos movimientos en Linarejos, incluso más que el anterior. Con jugadores tan destacados y ‘jugosos’ como el mencionado Jon Etxaniz -que ha puesto rumbo al ambicioso proyecto del CF Intercity-, Fran Carnicer (CD Eldense), Christian Carracedo (Córdoba CF) o Álvaro Barbosa (CF Fuenlabrada), el Linares repite en la tesitura de volver a empezar de cero en una novedosa temporada que comienza con unos cambios destacados en los grupos cruzando sus caminos con el propio Deportivo entre muchos otros nuevos equipos.
A estas alturas, son seis los jugadores que continuarán de la recién acabada campaña (Ernestas, Cañete, Dani Perejón, David Luna, Rodri y Hugo Díaz) junto al «amago» de despedida de Alberto González -quién anunció en rueda de prensa que volvía a desvincularse de la entidad- aunque finalmente continuará una temporada más como cerebro táctico del club tras recular en su decisión, provocando la alegría en el aficionado linarense.
Así, a estas primeras piedras se les ha ido conjuntando con nuevas caras como la de José Antonio Caro (UCAM Murcia), Lolo González (Atlético Sanluqueño), Álvaro Arnedo (SD Logroñés), Francisco Callejón (Betis Deportivo) o Javi Duarte (Algeciras CF), que buscarán, desde la humildad característica del club, cumplir con los objetivos propuestos y, por qué no, volver a aspirar a hacer historia.
Imagen principal: @Linares_Dptvo.