Sería uno de los fichajes más controvertidos de la historia del fútbol. Sería el movimiento más contranatural posible. Cristiano Ronaldo tiene interés en jugar en el Atlético de Madrid y el club rojiblanco valora, en caso de conseguir el capital necesario, llevar a cabo una operación que haría saltar todo por los aires. Con todo lo que ha ocurrido entre ambos.

No es para nada descabellado decir que Cristiano Ronaldo es, de lejos, el jugador más odiado por parte de la afición del Atlético de Madrid y el que, con sus 25 goles en 37 partidos, más daño ha hecho a la institución rojiblanca. No es para nada disparatado asegurar que Cristiano ha sido una de las personas más irrespetuosas con el Atlético de Madrid.
Declaraciones fuera de tono, gestos, celebraciones, y goles que quedarán clavados para siempre en los corazones de los atléticos como los tantos desde el punto fatídico en las dos puñaladas de Lisboa y Milán; o el hat-trick con la Juventus el día que él sólo noqueó al conjunto rojiblanco y se agarró sus partes acordándose de Simeone.
Eso sin contar los múltiples goles de falta, siempre y casi únicamente contra el Atlético, a cuádriceps descubierto para desafiar a la grada del Calderón, o el otro hat-trick en la ida de las semifinales de Champions en 2017 para volver a matar una vez más el eterno sueño atlético de levantar la máxima competición europea. Sale en todas las fotos porque Cristiano ha sido el mayor verdugo de la historia del Atlético de Madrid y el hombre más temido por su afición.
Por otro lado, está la identidad de la afición del Atlético de Madrid y los valores que les hacen creer. Todos ellos contrarios a lo que implica el astro portugués, porque para la masa social rojiblanca, Cristiano representa todo aquello que rechazan y todo lo que predica su eterno rival, el Real Madrid, cuyo máximo estandarte también es el delantero luso: prepotencia, desprecio y chulería. «Orgullosos de no ser como vosotros».
Aquel lema fue la respuesta de los auténticos atléticos al continuo menosprecio blanco y un mensaje para calar al mundo del fútbol y mostrar a las claras, el día de la consumación del enésimo golpe en Champions frente al eterno ser superior, y con un Calderón mágico bajo la lluvia en su despedida, que no todo vale y que por encima de los triunfos deportivos está la lealtad hacia un escudo y el sentimiento de pertenencia hacia un grupo. Otra forma de entender la vida que muchos no pueden entender.

No obstante, el Atlético como club hace tiempo que ha tomado una dirección contraria a lo que demanda el socio y, a través de sus decisiones, ha renunciado a parte de su esencia. Mercadea con el nombre del estadio, permite tocar su escudo, y ahora lanza camisetas con las rayas rojiblancas torcidas como respuesta a una supuesta tendencia de marketing que atenta contra la historia de la camiseta original y la vista.
Todo ello para, al final del ejercicio y con el crónico objetivo Champions cumplido, necesitar vender por 40 millones para, a duras penas, cubrir la primera y máxima urgencia como es la del lateral derecho. Y no pidan más. En este proceso oscuro de reconversión hacia el club menos atlético posible, Cristiano sería tan sólo el paso definitivo para culminar la traición a unos principios que deberían ser intocables.
Cristiano es el mejor ‘9’ de la historia y garantizaría 25 goles en una plantilla en la que hay muchos hombres de ataque y un solo delantero puro, que encima es el que más sobra. Simeone, como Cristiano, es un ser ganador nato y considera que el portugués solucionaría buena parte de los problemas del Atlético y le haría pelear por títulos.

Y probablemente sea verdad, pero a costa de quebrantar todos y cada uno de los valores del pueblo rojiblancos y propagar un incendio social sin precedentes ni previsión de extinción. No hay que olvidar que Cristiano no quiere en sí jugar en el Atlético, sino acceder a un equipo Champions. El Atlético es sólo uno de los candidatos para hacer de salvavidas y evitar que el luso desaparezca del principal escenario europeo durante la próxima temporada.
Por parte del club, traerlo sería sublevarse a la arrogancia que tanto ha criticado y atentar contra el sentir de sus aficionados. Sería borrar de un plumazo lo que es el Atleti.
Imagen principal: Edit Manuel Aguayo.