Ese fue el sentir del capitán del FC Barcelona, Gerard Piqué, tras el pitido final de una nueva goleada encajada frente al Bayern de Múnich: “Es lo que hay, somos los que somos”. Ha pasado más de un año desde la histórica derrota por 2-8 frente al conjunto bávaro y la sensación de resignación por seguir en el mismo punto de partida se mantiene. El Barça, a día de hoy, no es un grande de Europa.

Todo el mundo sabe que la entidad culé atraviesa una larga travesía por el desierto para regresar al podio del fútbol mundial que no hace tanto ostentó. La negligente gestión económica de Bartoméu, que ha dejado al club en una situación de bancarrota, no solo ha propiciado la salida del mejor jugador de su historia, sino el diseño de una plantilla para esta temporada sujeta a las limitaciones presupuestarias. Como consecuencia, el plano deportivo ha pasado a ser secundario, y para muestra el regalo de Griezmann al Atlético. El Barça tiene peor plantilla que el año pasado.

El regreso de la Champions traía consigo un nuevo enfrentamiento contra el autor de su mayor humillación, un equipo al que hace años era el Barça el que ganaba y donde ahora la duda está saber cuántos goles le caerán. Ciertamente solo fueron tres por falta de necesidad del Bayern, no por lo que se vio sobre el campo.

Ahora bien, conviene hacer un análisis exhaustivo de la gestión de los escasos recursos deportivos del Barça a día de hoy y poner las formas en contexto. Koeman fue duramente criticado por su planteamiento de equipo pequeño impropio de un club con la historia del FC Barcelona y se le achacó que, ante las bajas, no contase de inicio con jugadores jóvenes y en lugar de eso forzase al límite a veteranos que no estaban en plenas condiciones.

Ciertamente, no creo que fuese el escenario ideal para que jóvenes talentos que atesoran un enorme potencial, pero carecen de experiencia en el fútbol profesional, cargasen con el peso de enfrentarse a uno de los equipos más fuetes del mundo con la responsabilidad que ello conlleva. Tendrán, o deberían tener muchos minutos a lo largo de la temporada, pero a veces también hay que protegerlos.

Como ya comentamos en su día en uno de nuestros vídeos, el Barça es un equipo con muchísimo futuro, pero el problema es que el proceso de maduración será lento y en el fútbol la exigencia de resultados inmediatos está a la orden del día. A los aficionados culés les toca asumir que esta es su realidad y tener paciencia en la formación de estos chicos que lo darán todo en el presente cuando les dejen, pero sin duda serán mejores en el futuro.

Lo que sí ha quedado claro es que ni la afición quiere a Koeman ni el entrenador holandés es el adecuado para dirigir a un equipo que demanda más riesgo en las decisiones de determinados partidos. “Es lo que hay”, sí, pero habrá que buscar alternativas para regresar a la élite, y la primera empieza por el banquillo.


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