Dos años después de su marcha, Antoine Griezmann regresa al Atlético de Madrid con la certeza de que su lugar para brillar es bajo la tutela del Cholo y la consciencia de que su documental y las formas de su huida en busca de jugar bajo el cobijo del 10 en lugar de en el Wanda fue un error.
El Principito, al que debe su transformación en un crack mundial a Diego Pablo Simeone, vivió sus mejores años de futbolista bajo el increíble crecimiento de un club que le dio la bienvenida en el mítico Calderón y certificó su explosión en el Wanda Metropolitano.
Griezmann estaba en el top 5 mundial, comía en la mesa de Messi y Cristiano y alcanzó la gloria mundial en julio de 2018. Estaba en su plenitud y quiso hacer el papel de salvador de un club al que él debe más que al revés.
El efecto boomerang de su “decisión” con afán de protagonismo alimentado por la clara falta de pertenencia hacia un club que se lo dio todo le jugó una mala pasada con hechos que su propia mujer, con certeza, quiso transmitirle en su documental: “Aquí puedes entrar en la historia; allí serás uno más siempre”.
Griezmann dijo que se quedaba, pero su estancia en el club rojiblanco solo se prolongó un año más, pues al verano siguiente decidió que, ahora sí, no dejaría escapar la oportunidad de ganar más siendo menos, aunque al final también ha ganado menos.
Durante sus dos años en ‘Can Barça’, Griezmann no ha demostrado ni la mitad del nivel que atesoró en el Atlético, víctima del eclipse que produce jugar con el mejor jugador de la historia y que, además, tiene su mismo rol.
El encaje de Griezmann en el campo era en base al astro argentino y no al revés como sí ocurría en el Atlético, donde todo el equipo jugaba para el francés.
El Barça firmó una Copa del Rey en dos años y el Atlético conquistó la liga con un Suárez estelar que prolongó la sequía de Griezmann. El francés soñaba con brillar con Leo y el fútbol le dio un golpe de realidad que el jugador no contempló hace dos años.
Griezmann regresa a la que fue su casa más cotizada para volver a su máximo nivel. Lo hará deseando hablar solo en el campo para reconquistar a la afición rojiblanca y, esta vez, sin alardes prepotentes de estrellita en un equipo que ha demostrado ser más grande que cualquiera de sus miembros mientras el profeta Simeone esté al mando.
‘El Príncipe’ tendrá que empezar de cero para que su presente se parezca a un pasado comprometido por el circo que él mismo montó.