Algunos seguimos con el nudo en la garganta de la última jornada, pero por fin se acabó y con final feliz. El Algeciras CF estará un año más en Primera Federación y eso es lo importante.
No obstante, toca reflexionar si pretendemos no volver a depender de otros equipos para salvar la categoría. El sufrimiento de esta campaña debe convertirse en aprendizaje.

No es momento de hacer sangre, porque el objetivo mínimo se ha conseguido, y con mucho corazón y esfuerzo. Hasta el descuento del último partido, pero se ha hecho.
Preguntad en Badajoz o Soria si les gustaría haberse salvado, aunque fuera por otros resultados. No estamos como para exigir, pero sí es necesario repasar algunas de las famosas «notas de junio».
Los jugadores han sido el motor de un equipo que ha vivido una temporada más complicada de lo esperado. Han hecho los puntos estrictamente necesarios, el oficio de un aprobado de manual.

Sigo pensando que la plantilla daba para más -tampoco para una promoción en la que han acabado ‘superpotencias’-, pero así de traicionero es el fútbol. Hace un año rozamos de nuevo la gloria, y en este, ha tocado amarrarse los machos.
Y sí, algunos han rendido por debajo de las expectativas. Tampoco pretendo esconder la realidad, pero el compromiso con el club es innegociable, y yo lo he visto en cada uno de ellos.
Los que no lo estaban, se fueron en invierno -ya sabéis- y aunque se falle lo imposible, el esfuerzo colectivo se ha notado. Ni qué decir de los que han jugado ‘infiltrados’, miles de gracias por dejaros el alma cuando la corriente iba en contra.
Pero es obvio que tocan tiempos de cambio. Tengo la sensación de que va a ser así, y más teniendo en cuenta la rapidez con la que el club ha comunicado las primeras bajas, además de la situación contractual del resto de jugadores.
Un ejercicio de transparencia insólito con esta directiva que pone la primera piedra en una supuesta revolución del equipo. Un hecho necesario, a mi parecer, si no queremos volver a pasar por una situación similar.
Entiendo que en esta temporada a muchos os habrá pasado como a mí. El sentimiento de orgullo se multiplica en estas situaciones, de seguir ahí cuando los obstáculos son demasiado grandes.
Vivir una montaña rusa de emociones enfrentadas para valorar cada gol y punto conseguido, un ajuste de realidad necesario para recordar de dónde venimos. Quién se iba a imaginar que jugaríamos en Riazor hace cuatro años.
A todos estos aficionados, la nota media sigue siendo de sobresaliente como de costumbre. Esos ‘locos de la cabeza’ que siguen tiñiendo de rojo y blanco un Nuevo Mirador cuyo ambiente es la envidia de muchos equipos de la categoría, estemos como estemos.
Si fuimos incapaces de dejarlo sólo en regional, cómo lo íbamos a hacer en nuestro mejor momento de los últimos 20 años.

En cuanto al entrenador, comparto gran parte de las críticas por su parte de responsabilidad en la mala temporada. Creo que Iván Ania se equivocó rotundamente al estar dispuesto «a morir con sus ideas» cuando la plantilla no daba para practicar el juego vistoso que pretendía, hecho que ha acabado perjudicando a un equipo limitado sobre el césped.
Pero también es cierto que poco más se podía hacer con una escuadra que ha sufrido una pésima planificación y una exagerada penitencia con las lesiones, las cosas como son.
Ha quedado claro que Ania es un entrenador que necesita un equipo hecho a su medida para rendir -aunque yo pienso que un técnico debería adaptarse a lo que tiene-. Eso sí, si la directiva es capaz de cubrir esas demandas, creo que sería buena opción que continuara en el equipo -en caso contrario, mejor buscar una salida-.
Pese a que no ha llegado a conectar con la afición, ya ha demostrado que puede hacer un Algeciras muy competitivo como el del año pasado.

Sin embargo, el descontento público que ha mostrado tras las carencias del mercado de invierno y sus últimas declaraciones alegando que tiene «la sensación de que no quieren que continúe», me hacen pensar que abandonará el equipo más pronto que tarde.
La entrada de la nueva propiedad -aunque siga sin ser oficial- podría conllevar la destitución del asturiano en una esperada y necesaria remodelación de un organigrama que carece actualmente de director deportivo.
La desgastada administración de Félix Sancho ha lastrado toda la confianza del aficionado hacia el empresario tras demasiadas promesas vacías. Es cierto que se ha encontrado con más problemas económicos de los esperados, que han impedido mayores maniobras en el ámbito deportivo, pero el ostracismo ayuda a su suspenso.
Aunque el burgalés ha salvado el futuro del Algeciras, recordemos que todo esto no rebasa más allá de un simple negocio y no impide criticar su ración de culpa -que no es poca-.
Mac Lackey y Ramón Robert son los nombres que ilusionan ahora al algecirismo, con la sensación general de que van a transformar al club cuando se hagan con la propiedad. No espero un proyecto ambicioso, sino que sea realista con las bazas que se tienen.
A mí me da igual por lo que peleemos, ya estoy curado de espanto tras tantos años en Tercera, pero deseo que, al menos, el sufrimiento de esta campaña haya servido de aprendizaje para hacer los cambios necesarios y poder disfrutar en el futuro.
Imagen principal: @AlgecirasCF.