Mareas turbulentas se divisan en la Bahía de Algeciras. No es de extrañar. Tras el cierre del mercado, ha pasado lo que todo el aficionado esperaba, pero no por ello deja de ser una decepción. La única realidad es que el Algeciras CF está coqueteando con el descenso y desde la directiva no se está haciendo nada para levantar la situación.

El mercado de enero ha sido desastroso, no os descubro nada nuevo. Pocos pensarán que realmente se ha reforzado a un equipo que necesitaba caras nuevas como el comer. La cuestión es que no nos sirve cualquiera y han venido dos suplentes de equipos en descenso en Primera Federación.
Sin dudar de la calidad de dos jugadores contrastados en la categoría, el rendimiento y el cartel con el que llegan a mitad de temporada no son fruto de mayores ilusiones en el algecirismo. Ahora, con la zamarra rojiblanca, serán apoyados como los que más, cruzando los dedos para que les salga una segunda vuelta tremenda. Si Siddiki ha callado bocas, ellos pueden hacerlo.

No es tanto los que han venido, sino los que no lo han hecho. Creo que todos hemos visto los mismos partidos del Algeciras CF que la secretaría técnica. ¿De verdad no se han reforzado las posiciones en las que más carencias se han visto? La respuesta, cortita y al pie: no. La defensa no se ha tocado y seguimos sin un segundo delantero centro, mientras que tenemos medio equipo de extremos. En la portería, todo apunta a que Álex Craninx se convertirá en nuevo arquero del equipo, tras unos días a prueba.
Desconozco los planes que tendrá Iván Ania. La polivalencia de algunos jugadores podría suplir algunos huecos que surjan de lesiones y sanciones. Pero la experiencia de estos meses, en encuentros donde íbamos prácticamente con 12-14 futbolistas con opciones reales de jugar, me hace pensar que tenemos bazas limitadas que se tendrían que haber reforzado. En pocas palabras, los parches no sirven.

El problema de la situación actual de la plantilla tiene un origen claro y conciso, el mercado de verano. Desde la directiva se nos vendió la moto. Nosotros, tras una temporada exitosa donde un fatídico empate contra el Castilla -tanto por el poste de Leiva en el descuento y la injusticia arbitral- nos impidió volver a disputar una promoción de ascenso, éramos todo oídos a las palabras de Félix Sancho.
El propietario del club, al que le agradeceré el haber acabado con la dichosa deuda -aunque si lo ha hecho es porque va a sacar beneficios, claro está-, dijo una ya famosa frase en un medio referente local que ha envejecido demasiado mal con el paso de los meses: «Ahora vamos a hacer el mejor equipo de los últimos años». Muchos elegimos confiar haciendo la decepción mucho mayor.

Entiendo que te puedas equivocar con los refuerzos, por muchísimos factores no todos pueden salir bien, pero la planificación deportiva ha sido deficiente -no tener director deportivo tendrá algo que ver-. Los refuerzos en general no han mejorado lo que tuvimos el año pasado, tampoco es que prometieran mucho. Además, algunos de la columna vertebral que se ha conseguido mantener parecen jugadores completamente distintos. Por otro lado, Álvaro Romero sigue a lo suyo, siendo máximo goleador del equipo.
Las consecuencias de esto, que varias de las piezas que llegaron en verano se han marchado de vacío apenas unos meses después. Algunos por no contar para el entrenador y otros por dar un rendimiento absurdamente bajo. Muestras de la impotencia por no haber podido triunfar en un club centenario se muestran en ciertas salidas…
Todo ello, rodeado de un aura de hermetismo y secretismo por parte de la directiva que se ha dedicado a lanzar falsas esperanzas de cara al mercado de invierno para luego callar hasta el cierre. La sensación es que el interés de la propiedad va rotando de club según la temporada -también dirigen el San Pablo Burgos de baloncesto- y que a nosotros nos tocó el año pasado.
Incluso todavía no sabemos si uno de nuestros centrales sigue en el equipo -el tema de Van Rijn al Real Murcia– o si se está planeando una venta del club -uno de los colaboradores americanos se presenta como dueño del equipo en sus redes sociales-. Una comunicación nula y opaca que se ha maquillado a través de una buena labor de los community managers en la creación de contenidos.
La indolencia está a la orden del día en el fútbol negocio, y no pido que besen el escudo, pero sí que muestren un mero signo de preocupación desde los despachos. Las promesas que ellos mismos hicieron deberían remover la conciencia de un trabajo mal hecho, pero la realidad es que si nos vamos al pozo el único que se queda en el barco es Iván Turrillo. Así es el balompié moderno.
No hay que olvidar de dónde venimos, pero tampoco desviar el rumbo hacia lo que queremos ser. Y aunque esté escribiendo esto desde la mayor de las preocupaciones, realmente siento que no vamos a descender ni mucho menos, pero sigo sosteniendo que en Algeciras hemos sido engañados y no merecemos pasar por estos apuros cuando las aspiraciones eran mucho mayores.
¿Con qué cara sale ahora el propietario ante una hinchada que se siente engañada? El afán de llegar a los 6000 abonados por puro marketing y farsa más pronto que tarde va a terminar con la pérdida de aquellos más fieles, los que votaron en asamblea para que el empresario se pudiera quedar con el club. Tampoco quedaba otra viendo cómo marcha la categoría en lo económico.
La crítica no te hace mal aficionado, cosa que más de alguno debería entender. Y menos mal que muchos de ellos se están pronunciando por tertulias y redes sociales, porque algunos medios locales parecen incapaces de entonar medio tono de crítica hacia la impasibilidad de las altas esferas del club. Cuando son de fuera no se les puede decir nada, pero cuando son de casa a más de uno se le ha echado a los leones.
Y es normal estar asustados, aunque se confíe, porque las sensaciones no son buenas y los rivales directos sí que se han reforzado, mientras que nosotros marchamos de capa caída en los últimos partidos. Probablemente algunos tacharán el artículo de alarmista, pero muchos hemos sido testigos de temporadas en las que en enero íbamos novenos y acabamos descendiendo. Es mejor prevenir que curar, y más en el fútbol modesto.
La propuesta de Ania es muy vistosa. Y cuando por fin el equipo consiga esa fluidez y comience a reflejar la teoría del dominio de balón del entrenador en la práctica, todos nos levantaremos de los asientos para aplaudir, pero la realidad es muy diferente. La plantilla no da para ello, aunque sí para salvarse sin pasar mayores apuros -ahí reside el verdadero problema por el que estamos pasando-.
Repito de nuevo, tenemos bazas limitadas cuyos fallos individuales nos están costando puntos vitales, por ello tanta insistencia en recurrir al mercado, de agitar el árbol para que dé frutos. Pero el potencial del equipo es muchísimo mayor a lo mostrado, y por muchos momentos la suerte tampoco nos ha acompañado, todo sea dicho. La categoría ni perdona ni regala, nosotros todo lo contrario.
Una solución sería intentar adaptar el juego a la calidad real de la plantilla, pero el entrenador sigue ofuscado en una idea que le salió bien el año pasado, pero este no. Parte de culpa tiene, pero rechazo que cambiar de técnico sea la solución -también porque la indemnización sería jugosa por el largo contrato que le hicieron-, pero sí de estrategia.
Tampoco es cuestión de seguir señalando culpables, porque tienen nombres, apellidos y están vestidos de traje en el palco, porque los verdaderos guerreros están en el campo vistiendo la rojiblanca y debemos confiar en ellos para salir hacia arriba, porque lo harán y esto quedará en un bache pendiente con una propiedad muy desvalorizada.
Con sus aciertos y fallos, pero son nuestros jugadores, y lo último a lo que hay que llegar es a un enfrentamiento con ellos, porque ninguno de nosotros merece que se rompa la maravillosa armonía equipo-afición que se ha ido forjando en estos buenos años.
Hay que remar todos a una, esa es la única verdad entre las dos aguas de la Bahía de Algeciras.
Imagen principal: @AlgecirasCF.