Un nuevo inconveniente en clave Primera Federación para Luis Rubiales y la RFEF. Demasiado tiempo había pasado ya desde la última polémica en una categoría que ha sido de todo menos profesional. Pero a nadie le sorprende, desde un principio se sabía que la competición iba a dar numerosos quebraderos de cabeza. No por el torneo en sí mismo -que es maravilloso para los amantes de la categoría de bronce-, sino por la organización y gestión de este.

La Asociación de Futbolistas Españoles (AFE), en consenso con los capitanes de todos los equipos de la Primera RFEF, exige a la Federación la inmediata solución de una cuestión económica fundamental como es la creación de un Fondo de Garantía. Crónica de un suceso anunciado.

La inseguridad financiera de la nueva categoría de bronce -deficitaria por los cuatro costados-, y que ya ha provocado dos descensos administrativos, se ha encontrado con la reacción en masa de los protagonistas del juego. Existe miedo real de que no puedan cobrar todo lo estipulado en sus contratos -que actualmente está pasando-, y ahí está la respuesta de los jugadores.

Un hipotético Fondo de Garantía es un objetivo imprescindible para mejorar las condiciones de trabajo de los futbolistas. En pocas palabras, se asegurarían cobrar la totalidad de sus contratos, aunque sus clubes no se lo puedan permitir.

Es innegable que este movimiento es una de las reivindicaciones más importantes en la historia de esta división -demostrando la unión de los jugadores ante una situación vergonzosa que no ha sido tratada por la Federación en todo este tiempo-. Tanto AFE como futbolistas van en serio, e incluso van un paso más allá en el comunicado:


“Si esta situación no se soluciona de manera urgente, se procederá por parte de AFE y de los futbolistas de la categoría a adoptar las medidas que se consideren pertinentes para salvaguardar sus derechos e intereses”


El nulo control económico por parte de la Federación es la raíz del problema. Ya se ha visto en la reciente situación con el DUX Internacional. La organización permitió la inscripción del club a sabiendas de su inestabilidad financiera y la altísima probabilidad de que los madrileños no pudieran salir a competir -egoísta también por parte del club, pero todo el mundo vela por su propio interés-.

Así, la situación desembocó en aplazamientos de partidos de las primeras jornadas para que se pudiera solucionar el problema a contrarreloj -habiendo tenido todo el verano para ello-. Al final, el DUX descendió administrativamente y su plaza la ocupó un Talavera confeccionado para competir en Segunda RFEF -ya se está viendo que al equipo le cuesta conseguir puntos-. Una anécdota más en un mundo de ejemplos desastrosos.

Ha quedado claro que la gestión de la Federación ha sido deficiente, creando un panorama desolador en el que los clubes apenas pueden sobrevivir. Pero ese mismo contexto, facilita que muchos de ellos actúen por encima de sus posibilidades. Sin límite salarial, sin revisión de los contratos y sin ninguna garantía presupuestaria, se permite que algunos equipos -con una hipotética buena economía- ofrezcan sueldos astronómicos para sus arcas.

¿Qué es lo que ocurre tras esto? Que ya avanzada la temporada, esos mismos equipos se encuentran con problemas para afrontar dichos pagos. Mientras que algunos cuentan hasta el último céntimo y se aferran a oportunidades de mercado de menor calidad y sueldo -pero realistas para su condición económica-, otros tiran la casa por la ventana para conseguir mejores piezas y los afectados acaban siendo los propios jugadores y trabajadores. Las malas praxis se multiplican cuando no existe control alguno.

Un Fondo de Garantía acabaría con estas situaciones. Los futbolistas no dejan de ser trabajadores y ellos no son menos que nadie. Tienen derecho a cobrar la totalidad de sus contratos laborales, al igual que nos pasaría a todos.  

La creación de dicho fondo solucionaría este problema urgente y fundamental, eso ya ha quedado más que claro. Pero eso generaría otra controversia: ¿quién se encarga de poner el dinero para dicho fondo? Viendo la respuesta de la Federación atendiendo las exigencias de la AFE, tiene pinta de que los propios clubes en un desglose de porcentajes que quedaría pendiente por ver.

Es decir, que los equipos que cumplen religiosamente con los pagos tendrían que avalar parte de los fondos de aquellos que no lo han hecho.

Para aquellos clubes que, incluso siendo minuciosos en los sueldos ofrecidos, no pueden afrontarlos en ciertas etapas de la temporada -por la naturaleza misma de la competición- es un soplo de oxígeno que se necesita de manera urgente. Hasta ahí ninguna pega, porque no es ejemplo de mala praxis ni de aprovechamiento del nulo control de la Federación.

El problema florece cuando los equipos tengan que afrontar los impagos de aquellos que han sobrepasado sus capacidades económicas de manera excesiva. En resumen, pagarían justos por pecadores. Clubes modestos que hacen malabares para cumplir con los pagos tendrían que comerse el marrón de aquellos que han tirado la casa por la ventana. Al final, los más humildes son los que tienen que sostener una categoría entera. Es que es de risa.

También se podría decir que la actitud de los jugadores es hipócrita y egoísta al firmar contratos desorbitados en los que saben que 2-3 meses no los van a cobrar. Pero luego, quienes se harían cargo de esos impagos son los demás clubes. Ahora bien, ¿se puede culpar a un trabajador de aceptar una oferta que le promete mejorar sus condiciones laborales? Todo el mundo firmaría una mejora en el salario en su propia empresa o en otra nueva.

Cierto es que las exigencias de la AFE y los capitanes pueden perjudicar a aquellos equipos que sí están trabajando como es debido, pero la cuestión es que ningún futbolista es tan solidario como para decir «no me ofrezcas tanto». Sería de locos que ocurriera algo así, siempre que no seas una figura que le tenga mucho cariño al club y quieras ayudar lo máximo posible a subsanar su economía -cosa que ya ha ocurrido en el propio Barcelona-.

El nuevo Fondo de Garantía implicará un paso más en la profesionalización de la competición. Mejorará las condiciones de trabajo de los actores principales, que dejarán de preocuparse por hipotéticos problemas de impagos. Podrán sentirse futbolistas sin miedo a no cobrar a fin de mes -recordemos que ellos no cobran millones como algunos que se pasean por ahí- y centrarse en lo verdaderamente importante: el fútbol.

Ahora, esto tiene que servir como llamada de atención tanto a la Federación como para los clubes que practican mala praxis. Las consecuencias de un nulo control económico ya han florecido, y han venido para cambiar todo el desorden de una gestión nefasta de Luis Rubiales y su organización.

Queda claro que el camino a seguir es muy largo, y que son ellos mismos los que ponen las piedras en el camino. Pero todo empieza por algo, y la necesidad de implantar un sistema de control económico es tan fundamental como garantizar el pago de los jugadores.

Imagen principal: @CD_Alcoyano.


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