En verano de 2020, y tras el baño de realidad que sufrió el Barcelona frente al Bayern de Múnich, Luis Suárez recibió una llamada de apenas un minuto del recién nombrado nuevo entrenador del club blaugrana, Ronald Koeman, para despacharlo del equipo.
El entrenador neerlandés consideraba que el delantero uruguayo, a sus 32 años por aquel entonces y con un delicado historial de molestias en su rodilla, ya no podía aportar más y era necesario sacarlo del club para empezar una reconstrucción de vestuario en forma de venta de “vacas sagradas”.
En un movimiento de lo más inteligente, y al final de una pretemporada en la que Suárez tuvo que entrenar en muchas ocasiones al margen del grupo, al presidente Bartomeu se le ocurrió que, como Suárez estaba acabado, regalarlo al Atlético, rival directo por el título, sería intrascendente.
El Cholo, consciente del factor diferencial de este tipo de jugadores sobre el campo, no dudó ni un instante en acometer su fichaje. El resto de la historia ya la conocen: Suárez se hinchó a marcar goles (21 en liga) y con ello le dio el campeonato a los rojiblancos dejando en evidencia a Bartomeu y a Koeman.
Sin embargo, a Suárez le quedaba una factura personal por pasar en forma de gol a su exequipo con la que cerró una herida emocional que Simeone le ayudó a curar desde el primer día. El delantero uruguayo, protagonista del cómodo triunfo del Atlético por 2-0 frente al Barcelona, asistió a Lemar en el primer tanto y marcó el segundo gol tras dos acciones calcadas en las que Joao, Lemar y Suárez desnudaron la pobre defensa del Barça mientras Koeman clamaba al cielo desde el palco.
“Era para la gente que tiene mi número, que sepa que sigue siendo el mismo, que no lo he cambiado…»
Luis Suárez en Movistar
En ese instante Suárez, tras desatar la locura en un Metropolitano lleno hasta la bandera, decidió repartir justicia: pidió perdón a los aficionados culés, pues el club y el escudo nada tienen que ver con los ineptos que lo dirigen, y acto seguido se encargó de devolver la llamada a Koeman con la que en su día le echó del equipo. Una llamada con la que Koeman puso fin de forma prematura al reinado del tercer máximo goleador de la historia del Barcelona y cuyo puesto de 9 puro hoy ocupa Luuk de Jong.
Dicen que el tiempo pone a cada uno en su lugar, y el proceso en este triángulo sigue su curso: Bartomeu está en su casa y Suárez demostrando que sigue vigente. Solo falta el despido de Koeman.