El Betis de Pellegrini ya sabe de la dureza del último trimestre de temporada para aquellos equipos que continúan al máximo nivel competitivo. Hasta ahora, en el Benito Villamarín la felicidad imperaba en jugadores y afición; además, los objetivos parecían bien encaminados.
Todo era demasiado bonito. ‘El plan’ se mantenía intacto; aún más con el irregular rendimiento de sus principales amenazas: Barcelona y Atlético de Madrid. Asimismo, acumulaba una amplia ventaja con respecto a otros outsiders como Villarreal o Real Sociedad.
Sin embargo, pese a lo impredecible que resulta este deporte en ocasiones, la historia está escrita. Por notoria que sea la tranquilidad que respiran en Heliópolis, los precedentes antojaban un inquieto tramo final para el Betis. La inexperiencia y la presión son factores complicados de controlar aunque el equipo practique un juego sobresaliente.
Por otro lado, llegamos a un punto donde la clasificación se comprime en dos zonas diferenciadas: las luchas por Europa y la permanencia; pero ambas poseen una característica similar: necesidad. Los partidos son cada vez más igualados y el miedo a perder puntos está latente.
Esto, sumado a un evidente cambio de dinámica, es lo que ha ocurrido con Barcelona y Atlético. La urgencia por evitar el desastre ha despertado el espíritu ganador de los dos equipos. Por tanto, ahora los de Pellegrini se ven todavía más obligados a ganar y a seguir el actual ritmo en la carrera por un puesto de Champions.
Si bien es cierto que el Betis había demostrado su capacidad para sostener el pulso a las tres competiciones, las derrotas ante Sevilla y Atlético levantan dudas. Hacía tiempo que los verdiblancos no salían de la zona de confort (cuatro primeros clasificados) y esto, en una plantilla poco experimentada en estas situaciones, puede suponer un golpe psicológico. No sería extraño que, frente a este inmenso vértigo, se centrasen en la final de Copa del Rey y en la vuelta de los octavos de Europa League.
Sin embargo, en el Betis existe una persona curtida en escenarios límites: Manuel Pellegrini. Seguramente, en el plan de el Ingeniero la fase actual de su equipo era una opción bastante probable. Su gestión de vestuario es extraordinaria, muy por encima del resto de clubes. Y esta circunstancia ha propiciado, en parte, el buen resultado de la temporada hasta la fecha.
El técnico chileno y su staff debe lograr que sus futbolistas disipen cualquier tipo de incertidumbre. La clave radica en conservar la competencia sana que mantiene a todo el grupo enchufado, puesto que calidad individual y colectiva atesoran para rato. Igualmente, la propuesta no puede cambiar. Ese estilo tan arriesgado y agresivo, pero atractivo a su vez es la esencia del Betis.
Es el momento de exhibir la entereza de un bloque sólido, apto para sumar de tres en tres de cualquier forma. Corregir la tendencia y redirigir el rumbo para finalizar la temporada con los objetivos cumplidos.
Imagen principal: Twitter @RealBetis.