Estamos solo en la cuarta jornada de liga, pero algunos clubes, y sus entrenadores, ya se encuentran en una situación delicada y convulsa, tanto a nivel deportivo, por la falta de puntos; como por las secuelas del mercado. Diego Martínez es el claro ejemplo de ello (tampoco el único).

El RCD Espanyol ni ha empezado bien la temporada ni ha salido bien del mercado. Y las sensaciones a corto plazo no hacen prever nada bueno. Además, ahora con la fallida venta de Raúl de Tomás, apartado del grupo desde el inicio de la pretemporada por unas misteriosas «molestias» a las que nunca se le han puesto nombre, la situación empeora por momentos. Es lo que tiene basar toda la planificación de tu plantel en la venta de tu estrella. Es también lo que tiene mantener el mercado abierto con la competición ya empezada.

En los últimos días, el Diario Sport ha publicado que Diego Martínez se siente engañado por el club porque la entidad no ha cumplido con las promesas que le hicieron en materia de confección de plantilla cuando el técnico vigués firmó. Y el propio entrenador, en rueda de prensa, se ha encargado de ratificar su malestar con la dirección deportiva, encabezada por Domingo Catoria.


«Ni yo ni ningún perico puede estar satisfecho con el mercado»

Diego Martínez en rueda de prensa


Durante estos dos últimos meses de mercado, el Espanyol ha remodelado más de medio equipo con la salida de 17 futbolistas y las incorporaciones de otros nueve. Pero, a efectos prácticos, pocos del perfil que solicitó Diego Martínez tras su llegada: jugadores jóvenes con proyección.

Sin duda, la mejor noticia para el club ha sido la renovación de uno de sus hombres más importantes, Sergi Darder, hasta 2026. Entre las nuevas caras más destacadas, un Joselu que ha llegado como agente libre, y el fichaje a última hora de Braithwaite tras rescindir contrato con el Barça y como teórico sustituto de RDT.

El Espanyol ha vivido todo el verano pendiente de rentabilizar la salida de su mejor jugador por un precio demasiado inflado. Cláusula de 70 (al principio), luego abiertos a negociar por 40, 30, 25 y hasta 15 por el 50% de sus derechos. Nadie ofertó por él en esas cantidades, salvo el Rayo Vallecano a última hora, literalmente, y con la propuesta más baja posible del escenario que se había trazado el propio club perico.

Pero claro, como a veces sucede en estos casos, cuando todo se deja para el final, ocurren imprevistos. Y, como podía pasar, la documentación no entró a tiempo en LaLiga, según nos cuentan. ¿Y ahora qué?

Pues un contexto difícil en el que el mejor jugador del equipo y el entrenador tienen que readaptarse a una situación con la que ninguno de los dos contaba y a la que a ninguno de los dos le hace gracia. Porque Diego Martínez lo quería lejos y RDT, ya desde mayo del curso pasado, contaba con marcharse.

Pero la necesidad deportiva siempre acaba imperando, y ni el Espanyol va sobrado, ni RDT se puede permitir el lujo de autoapartarse del equipo. El club, y su entrenador, porque necesitan puntos ya. Y el delantero porque tiene que jugar si quiere ir al mundial.

Lo que está claro es que al final queda de manifiesto que la gestión de la salida de RDT no ha sido la más adecuada por parte de ninguno de los actores implicados y que todos han salido perjudicados. Ahora bien, también en su mano está reconducir la situación y beneficiarse mutuamente el uno del otro de lo que ha sido un episodio que ha dañado la imagen de todos. Al menos hasta enero (noviembre para España).

RDT no deja de ser un daño colateral del sinsentido de dejar el mercado abierto con la competición en juego. Y este además nos afecta un poco a todos porque la Selección está de por medio.

Imagen principal: @RCDEspanyol.


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