La derrota del Barça en Múnich frente al Bayern ha desencadenado dos corrientes de pensamiento muy diferentes: Por un lado, están los que se contentan y se dejan llevar por las buenas sensaciones y por el hecho de haber «competido» ante todo un grande como el Bayern. Por otro lado, están los que explican que un club como el Barça no puede esconder una derrota de Champions solo por haber competido bien.

Yo soy de los segundos. Vale que el FC Barcelona viene de donde viene, vale que lleva cinco derrotas consecutivas contra los bávaros, vale que el equipo y los nuevos fichajes tengan que adaptarse… Todo eso vale, pero un club como el Barça no puede estar satisfecho por haber perdido «solo» por dos goles en Múnich.
Y sí, las sensaciones fueron inmejorables y está claro que la mano de Xavi se nota (hasta el punto de que el Barcelona fue muy superior durante buena parte del partido). Pero si de verdad este equipo quiere optar a pelear por esta Liga de Campeones o, por lo menos, llegar a unos cuartos o unas semifinales, el balón tiene que entrar en la portería.

El fútbol no espera a nadie y, al final, todo depende del resultado. Nadie se va a acordar dentro de 10 años de que el Barcelona hizo un partidazo en Múnich. O quizás sí, si realmente sirve de punto de inflexión. Pero lo que perdurará en el tiempo es que el Bayern volvió a ganarle al Barça por quinta vez consecutiva en apenas dos años.
Pero más allá del resultado y de las buenas sensaciones, el principal problema de este Barça es precisamente, el punto más fuerte de su máximo rival, el Real Madrid. Y ese no es otro que su fortaleza mental. El Madrid nunca habría ganado la Champions League la temporada pasada de no ser por su mentalidad. Es el mejor en eso. Y el Barça, actualmente, está muy lejos de tener ni siquiera la mitad de fortaleza mental que los blancos.

Hasta el primer gol del Bayern, la estructura defensiva de los azulgranas era impecable. Sin embargo, desde el gol de Lucas Hernández nada más comenzar la segunda parte, esa seguridad atrás se convirtió en una fragilidad que, no sólo propició el segundo tanto de los bávaros unos minutos después, sino que también provocó una serie de desbarajustes defensivos que, de no ser por la poca eficacia de los delanteros muniqueses, habrían acabado en una nueva goleada local.
En definitiva, el discurso de haber competido y de los brotes verdes está muy bien. Pero es extremadamente conformista para una entidad del nivel del Barça. En liga este tipo de partidos, al final, se pueden ir sacando adelante por unos u otros factores, pero una vez que llegas a Europa, la eficacia y el acierto muchas veces son mucho más importantes que el propio juego.
Imagen principal: @FCBaecelona_es.