A medida que pasan los años crece el debate sobre si el mercado de fichajes debe cerrar antes del comienzo de las competiciones domésticas. Se trata de una cuestión que, bajo mi punto de vista, posee diferentes argumentos para que ambas posiciones al respecto sean válidas.

En una de nuestras tertulias en Twitch, Jaime Molina, exjugador profesional y colaborador de esta casa, defendía el actual sistema por un motivo principal: en una situación como la que atraviesa el mundo del fútbol actualmente, mantener la ventana de fichajes abierta hasta el 31 de agosto ofrece a los clubes tiempo suficiente para solucionar traspasos o cuadrar cuentas para la inscripción de nuevos futbolistas.

En definitiva, cuentan con «cierta» calma para perfilar las plantillas; y digo cierta porque cada vez es más complicado para los equipos fichar lo que necesitan.

Además, ¿cuántos movimientos importantes hemos vivido en los últimos días —o incluso horas antes del cierre— de mercado? De hecho, posibles fichajes como el de Mbappé o Kane, cuyas negociaciones no son sencillas, apuntan al final de agosto (en caso de realizarse). Sin un periodo de larga duración se perdería la incertidumbre, la tensión, la relevancia y la magia de esas incorporaciones mediáticas, de cifras récord o realmente inesperadas.

Sin embargo, aquellos que son contrarios al inicio de la liga con el mercado de transferencias aún abierto también tienen razones lógicas para su oposición. En primer lugar, la controversia que más se repite es la posibilidad de lesiones. Es decir, un jugador está próximo a firmar por otra entidad, pero es convocado por su actual equipo y tiene posibilidades de disputar minutos. Éste corre el riesgo de lesionarse y poner en peligro su nuevo contrato y, por tanto, su año deportivo.

No es plato de buen gusto para ningún técnico —ni para los aficionados— que un futbolista llegue para pasar el tiempo en la enfermería. Y no sólo eso, el enfado de la parte afectada podría romper las relaciones entre instituciones. No sería la primera vez.

Por otra parte, otro asunto que genera preocupación, sobre todo en las aficiones de clubes cuyo objetivo es la permanencia, es la pérdida de puntos que puede suponer la actuación de un jugador que va a cambiar de equipo o liga después de ese partido o el siguiente. Al final todos los puntos son vitales.

Resulta difícil posicionarse a favor de un modelo u otro, puesto que ambos tienen sus ventajas y desventajas. Uno resta opciones de un mercado de movimientos masivos, pero elimina situaciones incómodas y obliga a una planificación anticipada y firme.

El otro, al que estamos bien acostumbrados, nos garantiza el carrusel de fichajes hasta las 23:59 del 31 de agosto y permite a los clubes trabajar con mayor tranquilidad, aunque existen riesgos de traspasos frustrados, lesiones inoportunas y resultados indeseados en las primeras jornadas de campeonato.


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