Otra temporada más, el objetivo está cumplido. Y ya van cuatro seguidas. Aunque lejos de no sufrir hasta la jornada 38, el Cádiz continúa su proceso de consolidación en la máxima categoría del fútbol español.

Sergio González, el director de orquesta en el conjunto amarillo, ha resistido contra viento y marea en un contexto que para nada era sencillo. El técnico catalán y el presidente del Cádiz CF, Manuel Vizcaíno, le han mantenido el pulso a una serie de lastres, tanto propios como externos. Por suerte, en el proceso quedan los incontables “favores” arbitrales que han convertido esta travesía en una montaña rusa nada apetecible, pero con final feliz.

¿Quién se aventuraría a decir que lograría la salvación un equipo que, hasta la sexta fecha del campeonato, no había puntuado y ni siquiera conocía lo que era un gol? La clave se halla en la fuerza y unión del grupo. Otros habrían tirado la temporada con mucha antelación.

Los gaditanos, pese a las abundantes limitaciones en la plantilla, han sabido explotar sus virtudes para mantener un equilibrio que, junto al fuerte empuje emocional que brinda la afición cadista, les permitió depender de sí mismos en la recta final del curso.

Sin embargo, en una tremenda campaña a los números con 43 puntos –que podría ser histórica si se otorgan los dos del Cádiz-Elche–, no todo ha sido positivo. De hecho, desde una posición autoexigente, se evidencia que esa tensión vigente durante el año se podría haber evitado en gran medida.

Resultaría ventajista e incierto hablar de un mejor resultado en la clasificación. Ahora bien, una planificación en el mercado estival acorde a la categoría habría desplegado una versión regularmente competitiva del Cádiz y, sobre todo, mejorado la relación afición-directiva.

El trabajo realizado durante la ventana de invierno es lo único que exige el seguidor gaditano para agosto. Simplemente, que se manifieste ese afán para que el club logre los objetivos deportivos y crezca, poco a poco, en status. Tal y como reza año tras año la campaña de abonados.

Jugadores como Gonzalo Escalante, Sergi Guardiola o Chris Ramos han ofrecido aire fresco y jerarquía al dibujo e idea de Sergio. No obstante, lo hicieron a finales de enero. A su vez, Brian Ocampo, Théo Bongonda; dos perfiles desequilibrantes e inéditos en el regreso a Primera División, pero que llegan en septiembre, sin rodaje y con el curso empezado.

Es ahí donde reside el principal error del Cádiz. Una pared con la que choca año tras año en el mismo sitio del camino. Obviamente, los amarillos no perderán su condición de modesto de la noche a la mañana en LaLiga.

Aún así, en una cuarta temporada en la élite, eso no te priva de buscar un salto de calidad cualitativo (y cuantitativo en extensión de plantilla) y acercarte a modelos de éxito progresivos como Osasuna o, mucho más cerca, Mallorca y Rayo Vallecano.

Por ejemplo, partiendo de la revalorización de tus piezas. Jugadores que han rendido a un alto nivel como los casos de Conan Ledesma o Bongonda se han situado en el escaparate con un buen cartel.

Si bien es cierto que no existe necesidad de venderlos, una oferta de alta cantidad te permite reinvertir para mejorar varias posiciones. Mejor eso a que importantes activos económicos se marchen gratis.

En definitiva, afición, cuerpo técnico e, incluso, la propia directiva han expresado que ese es el deseo. Una predisposición totalmente positiva.

En manos de estos últimos, quienes hasta ahora han cumplido los objetivos mínimos, está trabajar desde ya para, al menos, estar en posición de lograrlo al comienzo del curso 23/24 y remar todos en la misma dirección.

El Cádiz es de Primera y pone el punto de mira en un horizonte ambicioso.

Imagen principal: @Cadiz_CF.


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