Andreas Christensen firmó con el FC Barcelona el 4 de julio de 2022 tras terminar contrato con el Chelsea. Aquí se encuentra uno de los puntos clave para entender el motivo por el que continúa con ese bajo perfil: el jugador llegó sin que el conjunto culé tuviese que pagar ni un solo euro por su traspaso.
En la mayoría de contextos, su fichaje provocaría titulares, pues habías incorporado a un central que fue titular en un campeón de Champions, lo que le aportaba a la plantilla ese callo competitivo que necesitaba. Pero hay algo que nunca debemos olvidar: el Barcelona nunca es un contexto cualquiera y, aún menos, en la actual situación económica.

Ese mismo verano el club había hecho incorporaciones por valor de 158 millones de euros, lo que resultaba complejo de entender para gran parte de los aficionados, debido a la tan conocida deuda que envuelve a la entidad. En ese momento nace la denominación, nombrada hasta la saciedad, de ‘las palancas’. Esta maniobra económica permitía realizar cierta inversión en futbolistas, pero ya no existía una red de seguridad que te permitiese errar en los jugadores, debían funcionar desde el primer día.
Los focos se los llevaron estos jugadores: Raphinha, con un traspaso de 58 millones de euros; Robert Lewandowski, que llegaba por 45 millones como la estrella del proyecto; Koundé, 50 millones que le otorgaron el peso de deber ser el pilar de la defensa culé por muchos años; y de manera residual, Pablo Torre, que llegaba desde la Primera Federación con la remota esperanza de encontrar ‘otro caso Pedri’.

Las llegadas «a coste cero» (no pagas un traspaso a otro equipo, pero, a cambio, acostumbras a pagar un salario más elevado al futbolista) llegaban sin esa presión extra y sin los focos apuntándolos. Christensen, Kessié, Marcos Alonso y Bellerín venían al Barça sin nada que perder.
Lo que mejor demuestra el bajo perfil con el que llegaba el danés a Can Barça, es un portal deportivo anunciando de manera errónea su fichaje, usando la fotografía de un youtuber. Si llegas y ni te reconocen, todo tiene que ir a mejor.
Christensen, el encaje perfecto en el equipo:
Al no contar con un jugador de nivel élite en el costado, surgió la necesidad de poner a Jules Koundé en el lateral derecho, lo que le abrió, de par en par, la puerta de la titularidad en el centro de la defensa a un Christensen que parecía que partiría por detrás del francés y Araújo. Una vez entró en el XI, ya parece imposible que vaya a salir.

Cuando ha podido jugar (una lesión previa al Mundial le quitó minutos), el danés ha sido clave en un Barça construido desde atrás, especialmente en LaLiga. Los blaugranas son la mejor defensa del campeonato y una de las mejores de toda Europa en competición doméstica.
En competiciones europeas, este dato varía exponencialmente, pero el cuadro dirigido por Xavi solo ha encajado ocho goles en contra en lo que llevamos de liga y, además, los culés solo han concedido un tanto en casa en todo el campeonato, un penalti transformado por Joselu y que supuso el definitivo 1-1 en el derbi catalán frente al Espanyol.
Un central que no llama al ojo:
Yo he sido central toda mi vida, y cuando vemos un partido profesional a los que más envidiamos son a esos centrales con condiciones físicas extraordinarias. El mejor ejemplo posible de esto es Ronald Araújo, su pareja en la zaga. Estos centrales parecen hechos en un laboratorio: son altos, rápidos a campo abierto y en distancias cortas (aún más complicado al ser tan altos) y con un tándem de salto propio de elegidos.
Si estos centrales impresionan al espectador promedio y se llevan todos los titulares, imaginaos lo que significan para los que jugamos en la misma posición y vemos que carecemos de estas cualidades. Pues Christensen, el central que tanto elogio está recibiendo en este artículo, no es este tipo de jugador.

Christensen y Araújo forman una gran pareja porque son complementarios. Al no llegar a estos niveles físicos, el danés no brilla por sus entradas (0,5 por partido frente a las 0,92 del uruguayo), o por su porcentaje de duelos ganados por partido (58,33% contra un monstruoso 68,57% del charrúa), aunque ambos ganen alrededor de cinco duelos cada encuentro.
Christensen brilla por su enorme inteligencia y no necesita esos alardes físicos para demostrarse casi infranqueable. Esto es algo similar a lo que le sucedía a uno de sus predecesores, un Gerard Piqué que era un superdotado en la materia (aunque físicamente era muy superior a lo que cree el gran público). Esto debe servir para recordar que, como se ha remarcado tantas veces en el mundo del fútbol, una de las mejores virtudes posibles para un jugador es saber posicionarse correctamente en cada momento.
Además, Andreas Christensen también es muy importante para Ronald en la parcela ofensiva, pues se adapta a ambos perfiles (jugando habitualmente por el lado izquierdo siendo diestro) y es muy importante en la salida de balón rompiendo líneas con muchos más galones que Araújo (66 pases por partido contra 53 del uruguayo) y teniendo un mayor porcentaje de éxito en sus entregas (94% y 89%). Forman una gran pareja porque sus características son idealmente complementarias, uno para centrarse en ser un perro de presa en defensa y el otro para asumir más responsabilidades como corrector y en la creación de juego.
Este artículo se publica en el momento de la temporada que más ha sufrido Andreas Christensen. En Manchester se tuvo que medir hombre a hombre contra jugadores mucho más rápidos (Antony y Garnacho) y en Almería tuvo el error en el gol que, a la postre, supondría la derrota de los culés y no permitiría aumentar la ventaja frente al Madrid.
Por eso es necesario recordar y analizar el gran rendimiento del danés esta temporada y remarcar que su llegada se podría catalogar como uno de los mejores fichajes relación calidad-precio del año. Por todo esto, larga vida a los centrales que realizan su trabajo sin que no le alumbren los focos. Y en nombre de todos los centrales «no hechos en laboratorio»: larga vida a Christensen y a la virtud de no hacer ruido.
Imagen principal: @FCBarcelona_es.