Entre medias del revuelo provocado por las finales de conferencia y un inesperado amago de retirada de LeBron James, cuelga las zapatillas de forma silenciosa uno de los jugadores más importantes del último siglo, Carmelo Anthony. El neoyorquino deja la mejor liga de baloncesto del mundo tras quedarse sin equipo desde el inicio de la temporada y después de competir 20 años al máximo nivel.

Carmelo Anthony, un jugador hecho a la antigua:

Carmelo Anthony era un jugador de los que quedan pocos, y no sólo por su singular talento, sino por su estilo de juego que abraza muchos de los aspectos del baloncesto que se han ido quedando atrás con el paso de los años. En una era como la actual, dominada por los triples y la anotación dentro de la pintura, el panorama en la NBA es muy distinto al de los mejores años del alero.  

Las mayores armas de ‘Melo’ como el tiro de media distancia o el juego en el poste, que le volvían imparable en un sistema de juego con un ritmo más pausado, se han ido evaporando para dejar sitio a un baloncesto mucho más dinámico, en el que cada vez se juega más rápido.

Este fenómeno, sumado al inevitable deterioro físico del jugador con el paso de los años, ha sido la principal causa de su despedida. Aunque, incluso durante los últimos años de su carrera y ya reconvertido a un jugador de rol, Anthony ha dejado fogonazos de lo que fue durante toda su trayectoria, uno de los mayores talentos ofensivos que jamás ha visto la NBA (así lo acredita su noveno puesto en la lista histórica de máximos anotadores de la liga).

Si bien nunca dio un gran rendimiento en defensa, su pérdida de capacidad atlética fue notable ya desde sus últimas temporadas jugando para los Knicks. Y, a pesar de seguir siendo una apuesta viable en el lado ofensivo de la cancha, seis años después de su último partido como ‘Knickerbocker’, no sólo no aporta, sino que se ha vuelto una carga en defensa.

Con el peso actual de la estadística avanzada en las decisiones ejecutivas de las franquicias, era cuestión de tiempo que un jugador que nunca fue el más rápido, al que no le gustaba demasiado pasar el balón y que necesitaba un alto volumen de lanzamientos para producir (de manera similar a Kobe Bryant), se quedase sin hueco.

Aunque hoy por hoy, escasos días después de anunciar que no se volverá a vestir de corto, las razones son lo de menos. Hay mucho que celebrar en honor de uno de los 75 mejores jugadores de la historia de la competición.

Una para el bingo, la cuenta pendiente de Carmelo:

Como todos los aficionados de mi generación, yo crecí con un ‘Melo’ Anthony que ya llevaba años en la élite cuando cobré uso de razón. Un tipo que, sin tener las capacidades físicas de LeBron o, por entonces, Blake Griffin, derrochaba talento, anotando canastas de todas las formas y colores, fuese quien fuese el defensor.

El ‘7’ de los Knicks era un mago de las fintas y los amagos. Si le dabas el más mínimo espacio para armar el tiro, estabas muerto. Un artista del uno contra uno, en el que exhibía recursos prácticamente infinitos junto con un juego de pies embelesante. También era mortal en el clutch, llegando a anotar cinco canastas ganadoras durante la temporada 2005-2006.

Una de las mejores memorias que conservo desde que sigo la liga son las retransmisiones de David Carnicero, que cantaba «¡Bingo!» cada vez que se encestaba un triple. No sabría decir con exactitud cuántos de los que pude escuchar (mayormente en diferido) fueron culpa de Carmelo, aunque dudo que fuesen pocos.

Recuerdo con especial cariño el All-Star de 2014, un partidazo en el que Anthony clavó ocho triples y 30 puntos, aunque el MVP del partido sería un jovencísimo Kyrie Irving, que tampoco andaba corto de magia, precisamente.

Sin embargo, por muchos «bingos» que haya encestado Carmelo, no pudo cantar el más importante. Es cierto que le falta el MVP y que sólo tiene un título de anotación (algo impensable de no ser por un tal Kevin Durant, que le robó varias veces el premio), pero lo que más duele es ver cómo se retira sin un anillo de campeón una leyenda como él.

A lo largo de su carrera, lo ha acompañado la narrativa de no ser un triunfador y no ofrecer un juego compatible con ganar partidos, pero su liderazgo para llevar a los Nuggets a las finales de conferencia de la 08-09, sus cuatro medallas olímpicas y su campeonato de la NCAA le pueden dejar la conciencia más que tranquila al futuro Hall of famer.

¿Una despedida agridulce?

Entre los reconocimientos que recibirá durante los próximos meses y años, tan sólo queda una duda que despejar. ¿Le retirarán la camiseta los Nuggets?

Se da por supuesto que ya nadie volverá a vestir el 7 en los Knicks, pero es que el 15 de los de Denver lo porta el dos veces MVP, Nikola Jokic, que ha llevado a la franquicia hasta sus primeras finales de la NBA y se ha ganado a pulso que le respeten y retiren el dorsal una vez se retire (tanto o más que Anthony). Sería idóneo que ambos recibiesen el honor en su debido momento, aunque veremos qué deciden hacer, tanto el serbio como el equipo.

Lo que aguarda, sin lugar a dudas, será una noche mágica en el Madison Square Garden, en la que se elevará a lo alto del pabellón el dorsal de uno de los mejores jugadores que ha pisado su parqué, el hombre de los 62 puntos, Carmelo Anthony.

Imagen principal: @nuggets.


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