Dicen que no hay peor ciego que el que no quiere ver, y en este momento, todo el fútbol europeo está a punto de quedarse invidente para el resto de su vida.
Durante años, hemos visto el nacimiento de numerosas competiciones en países exóticos que buscan crear una liga de fútbol de alto nivel y que sirva para atraer a los mejores talentos, o mejor dicho, los talentos dispuestos a renunciar a una carrera exitosa en Europa para enterrarse en dinero. Quiero dejar claro que no es una crítica al jugador, pues, aunque muestre una gran falta de ambición, ganar dinero es una opción tan válida como triunfar en el ámbito deportivo.

China o EEUU fueron los ejemplos más claros en los primeros años de la década del 2010, por lo menos, hasta la aparición en la ecuación de los países del Golfo Pérsico. Pero existe una diferencia entre los primeros y países como Abu Dhabi, Qatar o Arabia Saudí: estos últimos lo utilizan como la base de su sportwashing.
A estas alturas, igual no es necesario explicar lo que es el sportwashing, pero nunca está de más informar: se trata de una táctica por parte de países que no cumplen las normas principales de los estados democráticos y que aprovechan los eventos deportivos para lavar la imagen que tiene el público mayoritario sobre su país.
Véase Qatar fichando estrellas como Xavi Hernández o Raúl antes de albergar un Mundial en pleno invierno (no se ha jugado ahí precisamente por su tradición futbolística) o Arabia Saudita fichando a jugadores ofreciéndoles los mayores contratos de la historia del deporte.

A principios de año, el estado saudí asumió el poder de los clubes más importantes del país tratando de aumentar la inversión y buscando atraer a la mayor cantidad posible de futbolistas de primer nivel o con gran nombre (como ya hicieron previamente con los mejores golfistas del mundo creando su propia liga).
El país ya había apostado por entrar en el mundo del fútbol para lavar su imagen mediante la compra del Newcastle United, convirtiéndolo en el club, con mucha diferencia, con los dueños más ricos. Ahora buscan dar un paso más allá.
Aunque desde Occidente juntemos a todos los países de esa zona por proximidad y pensemos que son iguales, para nada lo son. Existe una fuerte rivalidad entre Arabia Saudí y Qatar, por lo que a los líderes del país saudí no les hizo especial gracia que los qataríes (185 veces más pequeño en territorio) lograsen la exposición global de albergar un Mundial de fútbol.

Esto les llevó a buscar ser sede del Mundial 2030 y, cuando vieron que era complicado ese año, retirarse para ser los favoritos en la celebración de la Copa del Mundo de 2034.
Este verano, se están llevando todos los focos porque están fichando estrellas desde Europa por precios imposibles de imaginar para la mayoría de clubes del continente, pero el problema no radica únicamente aquí.
Resulta obvio entender que debería haber una limitación legal por parte de la FIFA y la UEFA sobre el poder que está consiguiendo Arabia a la hora de atraer jugadores, pero el problema no comienza cuando los jugadores se quieren ir a estos países, sino cuando estos países entran en los estamentos europeos y en las ligas domésticas comprando clubes.

El problema no es únicamente Rubén Neves yéndose al Al-Hilal por 55 millones de euros desde los Wolves. El problema es que en la misma Premier League, el Manchester City es propiedad de un estado como Abu Dhabi y el Newcastle United es propiedad del fondo de inversión liderado por el príncipe de Arabia Saudí.
Las grandes instituciones demuestran que no les importa la desigualdad o la injusticia competitiva, sino que lo único que realmente les preocupa son sus ingresos, y que harán la vista gorda a países que abusen de los derechos humanos o asesinen periodistas en embajadas.
Estamos ante un problema que puede decidir el camino del fútbol del futuro, pero no es algo nuevo que nace con las ligas árabes tratando de fichar jugadores. Es un problema que lleva establecido décadas y que estamos esquivando ver y comentar, porque más dinero significa más espectáculo.
Deben eliminarse los clubes Estado y las multipropiedades, hay que evitar que usen nuestro fútbol como sportwashing y debemos tener normas férreas sobre las propiedades de los clubes y sobre las leyes deportivas financieras.
El fútbol es del pueblo, que no nos lo quiten para dárselo a los ricos.
Existe un problema y tenemos que dejar de hacernos los ciegos. Todos debemos abrir los ojos.
Imagen principal: @AlNassrFC.