El fútbol es el juego de las segundas oportunidades. El deporte que te da lo que te quita, aunque sea mucho tiempo después, y que hace que todo vuelva a su estado natural en el momento menos esperado. Es ‘El Dios del Fútbol’, alguien o algo al que todos nos agarramos para que en el instante clave nos devuelvan lo que nos han quitado cuando nos encontramos en una circunstancia similar a cuando perdimos.
Este fenómeno ha sido el protagonista durante esta semana de finales europeas. Resiliencia, fortaleza y consciencia de que en este juego mágico el favorito muchas veces no gana. Y aquí estamos, con una final de Supercopa de Europa el próximo 11 de agosto entre Chelsea y Villarreal, los dos tapados, los que se suponía que iban a perder. De fútbol no sabe nadie.
La historia del Villarreal es de película, la mejor forma de resarcirse de lo que el fútbol le quitó hace 15 años en un fatídico penalti de Riquelme que esfumó el sueño de un pequeño pueblo de Castellón. De la misma forma ha llegado su primer título después de más de 20 años de incansable trabajo por parte de una cúpula que no ha parado hasta llevar al submarino amarillo a la cima continental. A nadie le puede caer mal este equipo. Un ejemplo de cómo hacer las cosas bien y en silencio. Desde luego que era su momento.

Ayer el Chelsea se impuso al City en la final de la Champions. El tapado, como dijo Tuchel en la previa, pero un equipo que ha revivido de la mano de su actual entrenador después de que en el primer tramo tuviesen que prescindir de una leyenda sobre el campo que no supo estar a la altura en los banquillos. En tan solo cinco meses, Tuchel ha construido un equipo ganador, impenetrable y matador sin tener un goleador, pero con un juego físico y vertiginoso sumado a una exhibición táctica sin balón que le hacen ser un conjunto invencible en Europa esta temporada.

Emery y Tuchel, los vencedores de esta semana, comparten pasado y circunstancias. Los dos fueron despedidos del PSG, el segundo tras alcanzar la ansiada final que menos de un año más tarde, y cinco meses después de su repentina destitución, ha sido capaz de levantar, demostrando así que Al-Khelaifi estaba equivocado. Las dos Champions que ha ganado el Chelsea han venido tras un cambio de entrenador a mitad de temporada y con el equipo a la deriva.
Guardiola, al que los fracasados de verdad aseguran ser de su condición, tendrá otra oportunidad y, por lo pronto, ya es el entrenador que más lejos ha llegado en esta competición en la historia del City. Dentro de lo malo para él, seguirá teniendo un objetivo en el horizonte, alzarse con la orejona. Tuchel lo ha conseguido menos de un año más tarde tras haberse quedado a las puertas. En el fútbol todo está conectado y su Dios acaba pagando las deudas.