Antoine Griezmann ha comenzado el nuevo curso con el Atlético envuelto en un tira y afloja entre el club rojiblanco y el FC Barcelona por una interpretación opuesta al contrato que ambas entidades tienen firmado. Una guerra económica desde los despachos que se traslada al campo y que hace que, de momento, y sin previsión de cambio a corto plazo, el francés vaya a salir desde el banquillo en todos y cada uno de los partidos única y exclusivamente a partir del minuto 60. Sin excepción.

En el Barcelona amenazan, que no es lo mismo que de verdad pasar a la acción, con emprender acciones legales al considerar que las condiciones pactadas en cuanto a que el Atlético debe abonar la totalidad de la cláusula de compra del jugador (40 millones de euros), si este disputa al menos el 50% de los minutos de los partidos en los que esté disponible, solo se aplicaban en la primera temporada de cesión, es decir, la anterior, donde Griezmann llegó a participar en más del 80% del tiempo en el que estuvo disponible.
Por lo tanto, según esta teoría, Griezmann ya es a todos los efectos jugador del Atlético de Madrid. En cambio, desde el seno rojiblanco aseguran que lo firmado indica que este segundo año de cesión también computa en la cantidad de minutos disputados por parte del jugador.
Pero aquí la realidad es que, más allá de hasta dónde decidan llegar ambos clubes en este conflicto institucional (el sentido común apela a que lo más lógico para el beneficio de todas las partes es sentarse a negociar un precio cerrado por el jugador), Griezmann está siendo uno de los jugadores más destacados del Atlético. De lo mejor que tiene ahora mismo el equipo sobre el campo.

Y, además, no sabemos a nivel contractual, pero sí sentimental, Griezmann se ha alineado claramente con el Atlético y su entrenador, Diego Pablo Simeone, y se siente rojiblanco. Eso es algo evidente.
Un cedido, pero hombre de club, dispuesto a enmendar por todos los medios sus pecados del pasado y a contribuir a saldar su deuda económica con el club; por la losa que supondría adquirirlo en propiedad por un precio desorbitado; y con la afición, por el circo mediático montado en torno a su figura desde que se empezó a fraguar su salida al Barcelona a principios de 2019, previo documental a mediados del 18.
«Me siento un hombre de club. Estoy feliz aquí y solo quiero jugar aquí. Darlo todo por El Cholo, el club y la afición», declaró después de la épica victoria en Champions ante el Oporto gracias a un cabezazo suyo en la última jugada del encuentro. La postura del francés es clara, está del lado del Atlético.
Todos nos sabemos su historia desde que se marchó, con su posterior fracaso particular y colectivo en el Barcelona, y regreso por la puerta de atrás, con un preocupante bajón de rendimiento, acompañado de pitos en cada encuentro en el Metropolitano el curso pasado. Bien.
Lo que igual sí conviene recordar, como hace constantemente El Cholo, es que Griezmann, comportamientos aparte, si hablamos de calidad individual y contribución al equipo, es uno de los mejores jugadores que ha pasado por el Atlético de Madrid a lo largo de la historia del club. Sus innumerables actuaciones de primer nivel y, sobre todo, sus números (144 goles y 50 asistencias), así lo avalan.
Todavía hay mucha gente que le recrimina la forma en la que salió, pero ha quedado a las claras que Griezmann ha pagado (y todavía está en ello), por cada uno de sus errores desde que decidió abandonar el Atlético, su ecosistema perfecto.
En el Barcelona ha vivido un tormento durante dos temporadas y ahora está condenado a aceptar un rol muy secundario, no acorde al nivel que ha mostrado en este inicio de temporada, sin una mala palabra (más bien, todo lo contrario) y en año de Mundial. Si esto no es admitir y tratar de arreglar el estropicio que montó, no sé qué más tiene que hacer.
Griezmann es plenamente consciente de que se equivocó, como nos pasa a todos en la vida, y está tratando de arreglarlo. Y con su postura en cuanto a su rol forzado, y su aportación sobre el campo los minutos que el club se puede permitir que juegue, está respondiendo.
Griezmann, al menos en cuanto a sentimiento, es del Atlético, y su valor como futbolista sigue siendo altísimo para este equipo.
Imagen: @Atleti.