La historia de Dame Lillard es la de un jugador exitoso en lo individual pero sacrificado en lo colectivo, un relato de amor entre los Blazers y el base que les ha dado tanto desde su elección en el draft de 2012. Por desgracia, las historias de fidelidad y compromiso en el deporte no siempre pueden ser como la de Bird y los Celtics o Kobe Bryant y los Lakers.

Algunos de los románticos de las canastas no tienen la suerte de ser rodeados de una plantilla competitiva año tras año, lo que supone un hándicap definitivo a pesar de sostener un rendimiento de élite como el que ha mostrado el base. En la NBA no se puede ganar solo.

Lillard lleva ya más de una década persiguiendo un objetivo, alcanzar lo más alto de la liga con los Trail Blazers. Y, a pesar de sus ocho apariciones consecutivas en playoffs y una derrota en las finales del oeste, los de Oregon no han logrado hacerse con piezas lo suficientemente competitivas para complementar el buen juego de Dame y lograr el segundo anillo de campeones de la historia de la franquicia.

La incompetencia de la directiva de Portland no ha provocado que la reputación de Lillard se haya visto perjudicada ante los ojos de los analistas y aficionados, que lo tienen en alta estima. Sin embargo, la falta de éxito colectivo es algo que pesa ante los ojos de la historia y, tal y como le ha pasado a infinidad de jugadores excelsos, el natural de Oakland corre el riesgo de caer en el olvido.

Hasta cierto punto se podría decir que esto ya ha empezado a ocurrirle, especialmente en los primeros años de su carrera. En el año 2016, con promedios de 25 puntos y 6 asistencias por encuentro en tan solo su cuarto año en la NBA, fue excluido de la preselección del Team USA que participaría en los JJ. OO de Río, viéndose obligado a llamar al entonces director del programa Jerry Colangelo para que se le tuviese en cuenta.

Tampoco sería elegido para el All-Star de ese año y lo que es más grave, el del siguiente (en el que registraba 27 puntos y 6 asistencias por noche), cuando ya se había erigido como uno de los mejores exteriores de toda la liga.

Las reiteradas faltas de respeto contrastan con el reconocimiento que se le adjudica alrededor de la liga. Sus compañeros saben lo que hay, y quién mejor para detectar el talento que jugadores a los que les sobra.

Dame Lillard, un artista de la canasta y en el clutch:

Puede que, salvo durante unos meses al año, Lillard pase relativamente desapercibido ante la mirada de la prensa, pero si por algo se le conoce es por sus periódicas y virales explosiones anotadoras. A cualquier fan de la NBA durante los últimos 10 años le sonará una variación de los siguientes relatos: «Lillard anota 60», «Los 50 puntos y canasta ganadora de Dame dan el pase a los Blazers» y, hace escasas fechas, «La enésima erupción de D.O.L.L.A: 71 puntos».

El espectador promedio parece olvidar que esta clase de actuaciones no son normales (por mucho que se hayan vuelto más frecuentes recientemente). Dominar el lado ofensivo de la cancha como lo hace Lillard está al alcance de muy pocos, especialmente en playoffs (donde ya ha demostrado ser un jugador más que determinante). Sus bombas de 9 metros, finalizaciones potentes o versátiles en el aro y, por supuesto, su gen clutch (con la marca registrada Dame Time) son prueba del talento generacional del base.

Comparaciones odiosas:

Resulta difícil de creer que el «0» de los Blazers no tenga el reconocimiento que se merece tratándose de un 7 veces All-Star y 6 veces miembro de los quintetos ideales de la liga, pero la realidad es que prácticamente nunca durante su carrera se lo ha colocado entre los cinco mejores jugadores de esta. Parte de la «culpa» podemos atribuírsela al paralelismo con su contemporáneo y compañero de posición Stephen Curry.

La comparación con el dos veces MVP de la liga empequeñecería los logros de prácticamente cualquier base de la historia, y más en un caso como el de Lillard, ya que su falta de éxito colectivo lo deja en evidencia frente a los cuatro anillos de campeón de Curry. Si realizamos un análisis superficial el debate se acaba con rapidez pero, ¿realmente estamos siendo justos con el líder de Portland?

Personalmente soy fiel defensor de los logros de Steph y lo considero, sin debate alguno, uno de los mejores de todos los tiempos. Esto no quiere decir que no sea consciente de la posición privilegiada en la que se ha visto envuelto la superestrella de los Warriors. ¿Podría Lillard haber ganado 2 anillos de campeón con Durant, Thompson y Draymond Green a su lado? Nunca lo sabremos, pero roza lo imposible que un jugador de sus capacidades no lo hubiese logrado.

Por eso se suele decir que las comparaciones son odiosas, y más en el deporte de élite. Porque no cualquiera puede ser Stephen Curry, pero ya les gustaría a muchos ser una sombra de lo que es, ha sido y será Dame Lillard.

Imagen principal: @trailblazers.


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