Creo que todos estamos de acuerdo en que la Supercopa de España es el torneo menos importante de todos los que componen una campaña, el menos prestigioso. Sin embargo, su valor, ahora que el nuevo formato se disputa en el ecuador de la temporada, supone un impulso de cara a la segunda parte del año. Un subidón anímico para el ganador y una espina, aunque no sea muy grande, para el perdedor. A Valverde ya le costó el puesto la temporada pasada. Estos títulos son, para bien o para mal, un punto de inflexión en toda regla.

Efecto Marcelino:

Marcelino lleva cuatro días en el banquillo de San Mamés y el Athletic ya ha experimentado una mejoría notable. Presión elevada, intensidad, 4-4-2 con un bloque compacto, velocidad de circulación y transiciones rápidas por banda para acabar jugadas con centros laterales o último pase de Muniain en tres cuartos para conectar bien con un delantero referencia (Raúl García) o con uno más de ponérsela en carrera (Williams). Todo ello sumado con un doble pivote en el que Unai Vencedor ya es fijo y una línea defensiva que cada vez tiene más garantías.

La mano de Marcelino se nota y su sello encaja a la perfección en el estilo del Athletic, porque es el que les puede hacer triunfar a largo plazo. Afrontó esta competición diciendo desde su primera rueda de prensa que estaban a dos partidos de ganar un título y ahora ya solo están a uno y después de haberse cargado al Madrid. La Supercopa, para el Athletic y para Marcelino, puede ser el motor que impulse a un equipo que empezó la temporada codeándose con el descenso a mirar a cotas más altas e incluso alcanzar la Europa League, algo que ya hemos visto en otras temporadas.

El Barça de Koeman mejora:

El Barça ha mejorado bastante en las últimas semanas. El equipo, cuyo máximo escollo se encuentra en la defensa, ha dominado más los partidos con la posesión y se ha defendido con balón, que es lo que tiene que hacer. Por otro lado, ha habido un movimiento táctico por parte de Koeman que ha sido clave en esta mejora del Barça: el técnico holandés ha prescindido del férreo 4-2-3-1 con el que llevaba toda la temporada y ahora ha optado por un 4-3-3, con un triángulo en el centro del campo donde Busquets es el pivote y Frankie de Jong y Pedri los interiores.

El canario, que cada vez se parece más a Iniesta, lleva demostrando su calidad, y lo que es aún mejor, formando una asociación letal con Messi desde hace tiempo, pero este cambio de sistema, sin duda, ha beneficiado al mediocentro holandés como el que más. Frankie se ha liberado de las exigencias posicionales y defensivas que tenía como pivote junto a Busquets, y ahora disfruta de la libertad de la que gozaba en el Ajax. Como consecuencia, es capaz de realizar conducciones, dirigir la circulación de balón en construcción, y protagonizar llegadas desde segunda línea. En ataque Dembélé está a su máximo nivel y Griezmann lleva varios siendo partícipe en los goles blaugranas. La presencia o no de Messi marcará el devenir del encuentro.

La influencia de la Supercopa:

No será el título más importante, pero sí que marcará un antes y un después: para el Barça, tal y como está en liga y Champions, puede ser una buena oportunidad de ganar un trofeo esta temporada y maquillar su palmarés. Para el Athletic, con menos presión y menos que perder, un logro importante por los rivales a los que se ha enfrentado, y una base sobre la que crecer de la mano de Marcelino y con la vista puesta en la final de la Copa del Rey pendiente frente a la Real Sociedad. La Supercopa supondrá un punto de inflexión en la temporada de Barça y Athletic.


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