El bajo rendimiento del Manchester United ha derivado en una ola de críticas dirigidas a Ole Gunnar Solskjær. En diversos medios, tanto nacionales como internacionales, se habla incluso de posibles sustitutos. No obstante, el despido del técnico noruego no es una opción para la junta directiva.
Bien lo sabe Gary Neville: «no harán nada con el entrenador. Al final, el club es estable en ese sentido respecto a lo que ha pasado en los últimos 10 años y reconocen que van a pasar por estos momentos».
La familia Glazer confía en Solskjær, puesto que ha sido artífice de una verdadera resurrección. Sin embargo, esta debería ser su temporada de consolidación. Tras los fichajes de Jadon Sancho, Raphaël Varane y Cristiano Ronaldo, todos colocábamos a los ‘red devils’ en la carrera por la Premier.
En cambio, el equipo tiene aún bastante fragilidad defensiva y es irregular en ataque. No existen estructuras ofensivas, sino que hay rotaciones entre los delanteros y el noruego confía en su inspiración para resolver jugadas.
Esto, a su vez, deriva en una debilidad evidente durante las transiciones defensivas. Conclusión: la dirección de campo de Solskjær no da para más. Logró levantar al club en sus horas bajas, pero es incapaz de dar el salto al siguiente nivel.
La excusa de la plantilla se ha agotado, y los resultados son más que necesarios. El Manchester United no podrá aspirar a lo más alto mientras el entrenador siga en el banquillo. El problema es que la cuerda no está floja. De hecho, Solskjær camina sobre tierra firme.
Imagen principal: Manchester United.