El Real Madrid resucita después de haber estado una semana «muerto». El Cádiz hizo saltar las alarmas y hoy el cuadro de Zidane ha cerrado la herida. El conjunto blanco no está bien, pero gana en el Camp Nou. Dosis de confianza.

El Barça también está mal y prolonga su mala racha de resultados, pero lo peor de todo es que el efecto Koeman empieza a desinflarse. El equipo vuelve a deshacerse en defensa y a mostrar las carencias en el centro del campo para crear ocasiones más allá de Messi bajando a recibir y lanzando el clásico pase ala espalda de lateral en busca de Jordi Alba. Nada más. 

Que los dos están a un nivel bastante bajo es obvio, y eso se verá reflejado en la Champions, pero El Clásico de hoy, que albergaba pocas expectativas y apuntaba a un duelo descafeinado, dejó varios aspectos destacables:

El Real Madrid se lo toma en serio en los partidos grandes:

El conjunto blanco necesita la motivación de un duelo grande para salir enchufado desde el principio. Contra Cádiz y Shakhtar no tenían alicientes sólidos y se dejaron llevar hasta la debacle final. Contra el Barça sobra la tensión competitiva. Está claro que así se van a dejar muchos puntos durante la temporada, y Atlético y Sevilla deben de aprovecharlo.

Zidane apostó por su clásico 4-3-3 buscando el equilibrio entre transiciones rápidas en ataque y bloque junto en defensa. Y lo consiguió, pero le «cojeaba» una zona, el lateral derecho. Messi conectó varias veces por esa banda con Jordi Alba, fabricaron el empate de Ansu y pudieron ser más. El técnico francés detectó la gotera y metió a Lucas Vázquez. Lo solventó, pero más por demérito del Barça, que bajó el ritmo en la segunda mitad, que por acierto de Vázquez.

Koeman no mira los nombres:

Si algo ha demostrado el técnico francés hasta ahora es que solo pone a los que están en mejor estado de forma, sin importar su nombre, precio o edad. Pasa completamente del DNI, y hace bien. Griezmann, que no levanta cabeza, volvió a quedarse en la grada y a entrar de figurante en la segunda mitad con poco margen de maniobra. Ansu y Pedri, que aún tiene que ir en taxi al Camp Nou, cada vez ganan más protagonismo en los onces, y no es para menos: Ansu volvió a responder con gol, como casi todo lo que toca, y Pedri, sin haber hecho nada espectacular en el día de hoy, demuestra que es un jugador activo y versátil que sabe dónde debe caer en cada momento en función de lo que demande el encuentro. Eso sí, el Barça carece de creatividad en el doble pivote y cierra mal los espacios en las zonas muertas entre defensa y centro del campo, como quedó en evidencia en el primer tanto de Valverde. Mucho por mejorar.

Penalti de VAR:

El rumbo del partido apuntaba, ya desde el inicio, a un empate claro, teniendo en cuenta el bajo estado de forma de ambos conjuntos. Lo de hoy era casi una cuestión de ver quién está peor y, a pesar de la victoria del Real Madrid, tampoco queda muy claro, porque el penalti noqueó al Barça y allanó el camino a los blancos. 

La acción es un penalti de VAR, porque en el otro fútbol jamás se hubiese pitado. Partiendo de la base de que Ramos no iba a llegar al balón, Lenglet, demasiado inocente, le sirvió en bandeja el beneficio de la duda. Y el árbitro lo pitó, una semana después de otro mucho más claro que no se señaló, el de Sanabria, al que le rompieron la camiseta y le pitaron falta. La diferencia es que el jugador del Betis no pudo rematar limpio y Ramos no llegaba al balón.  Así está el arbitraje español.

Todo sigue igual:

La victoria del Real Madrid supone un subidón en la moral de los blancos, pero puede resultar hasta engañoso, porque siguen estando igual de mal que el sábado pasado. En cambio, el Barça, si había alguna duda, hoy también sabe ya que está muy lejos de su mejor nivel. Porque los pilares del fútbol español están en su peor momento de la última década y no parece que vayan a mejorar a corto plazo. Así estamos.

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