La situación del Málaga CF es cada jornada más preocupante. Dudo que yo fuera el único que a principios de temporada tuviera ilusión y esperanza por este equipo. En peores nos hemos visto y de peores hemos salido. La realidad actual es un proyecto fallido intentando no caer en una desgracia irreversible como sería el descenso.

Esta misma semana salía Pepe Mel a hacer autocrítica, que siempre se agradece: «El responsable es el entrenador y este equipo tiene que reaccionar ya, porque si no se nos pasa el arroz. Estamos en noviembre, quedan 84 puntos y tenemos que hacer cuarenta y muchos. Zaragoza y Ponferradina son dos finales para el Málaga. No voy a dejar que esto caiga, no me he visto en una situación parecida». No dejes que el Málaga se caiga, por favor.

Mel llegó para intentar arreglar la desastrosa primera impresión que dejó este equipo a los mandos de Guede, pero achicar aguas de un bote lleno de agujeros tiene que ser complicado. Esperemos que no se canse de intentarlo. Por ahora son cuatro empates, cuatro derrotas y una victoria desde que llegó. Últimos en la clasificación con solo 10 puntos.

No veo que sea problema del estado físico, sí de actitud. En esta categoría los errores te condenan y el Málaga está cometiendo muchos. Señalar a uno o a otro sirve de poco y el único que puede remediar la situación es el entrenador. Tiene que poner a los que estén al 100% durante más de 90 minutos.

La afición siempre responde:

Es increíble la fe ciega de la afición malaguista. A veces me cuesta entender por qué no bajamos los brazos. ¿Cómo somos capaces de aferrarnos a un Málaga CF que a veces ni reconozco? Estoy acostumbrado a sufrir pero no a pasarlo mal, que son cosas distintas. Ir a La Rosaleda te llena. La expectación y la esperanza de que hoy irá mejor, de que esta vez sí que ganamos. Eso nunca se pierde. Pero en momentos como este, vacíos de ilusión, uno saca recuerdos de momentos mejores para poder afrontar lo que viene.

El Málaga no es único en su especie. Precisamente su próximo rival en liga, el Zaragoza, tampoco pasa por una buena situación. Parece ser que hay equipos condenados a la desgracia en los terrenos de juego y la ineptitud en los despachos. Ellos han llegado más lejos, despidiendo al entrenador y al director deportivo.

El que asume responsabilidades debe asumir consecuencias, aunque por ahora parece no haberlas. El club calla pero la afición no. Siempre se puede ir a peor. Por lo menos nuestro director deportivo no tiene la poca decencia de darse golpes en el pecho celebrando un empate. ¿A quién se le ocurriría?

Imagen principal: @MalagaCF.


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