“Arranca por la derecha el genio del fútbol mundial”. Así comenzó el histórico relato que inmortalizó el ‘gol del siglo’. Ahora, la vida le ha arrancado al mundo del fútbol su ‘Pelusa’. Pero el fútbol no muere como algunos creen, pues el legado de Maradona será eterno, y el ‘genio’ no se marchará mientras sus fieles lo tengan presente. Desde Buenos Aires a Nápoles, pasando por Sevilla y Barcelona la huella de Maradona es inmensa. En Argentina, un ídolo que trasciende más allá de lo deportivo.
Empezó su andadura en Argentinos Juniors y desde muy joven dejó claro su sueño: jugar un Mundial con Argentina. No le costó salir campeón: en el ’79 lo logró con la sub20 en un presagio de lo que estaba por venir. Al ritmo de sus malabares en el descanso, Maradona se consolidó con los ‘cebollitas’ y dio el salto a Boca. Maradona rechazó la oferta de River, que le ofreció ser el mejor pagado de la plantilla, y optó por recalar en Boca Juniors, que en aquel momento no podía pagar su traspaso.
FC Barcelona (1982/1984):
Tras ganar la liga con Boca, Diego cruzó el charco para jugar en el Barcelona. Josep Lluís Núñez desembolsó 1.200 millones de pesetas para traer el astro argentino. A pesar de destacar a nivel individual, Maradona no conquistó títulos relevantes: 1 Copa del Rey, 1 Copa de la Liga y 1 Supercopa de España fue su palmarés. Maradona desfiló por el club blaugrana mientras dejaba a rivales por los suelos y sufría todo tipo de patadas y agresiones de sus rivales, que no encontraban la forma de pararle. A la vista está su despedida del Barcelona en la final de la Copa del Rey del ’84 frente al Athletic Club, que terminó en una batalla campal.
México ’86:
La explosión de Maradona se produjo en la Copa del Mundo de México 86, donde Argentina conquistó el segundo mundial de su historia. En este torneo tuvo lugar su partido más emblemático, los cuartos de final contra Inglaterra, donde dejó su sello con un doblete para la historia: primero hizo el gol que todos alguna vez hemos querido emular, el de ‘la mano de Dios’. Después llegó el del dribbling desde el centro del campo en el que se marchó de toda la selección inglesa para marcar el ‘gol del siglo’. «El genio del fútbol arrancó por la derecha» y el resto de la narración ya es historia, pero conviene recordar la intrahistoria de aquel encuentro.
El Argentina – Inglaterra no era un partido cualquiera porque iba más allá de lo deportivo. La victoria albiceleste devolvió el orgullo y el honor a toda una nación. Reino Unido ganó la Guerra de las Malvinas a Argentina y arrebató la vida a alrededor de 1.000 combatientes argentinos. Maradona cerró la herida con su actuación y propició el pase a las semifinales (donde anotó otro doblete) de un mundial que acabarían ganando frente a Alemania Occidental en la final. Por ello Maradona no es solo un ídolo futbolístico, sino un símbolo nacional.

SSC Nápoles (1984-1991):
Tras el Mundial de México, Maradona conquistó el corazón de los napolitanos pisando el barro y al ritmo de «Live is life». El argentino consiguió algo que ningún otro jugador podía hacer: meter al público en el estadio solo para ver su show del calentamiento. Durante su estancia en la ciudad del sur de Italia, ganó dos scudettos (87 y 90), una copa italiana (87), una supercopa (91) y la Copa de la UEFA (89). Lideró al equipo hacia el éxito dándole las únicas dos ligas que tienen y cambiando la historia del club. Por ello, el actual estadio de San Paolo pasará a llamarse Estadio Diego Armando Maradona en honor al pelusa.
No obstante, los seguidores del Nápoles también tuvieron tiempo para enemistarse con Maradona por la eliminación de Italia en la tanda de penaltis de las semifinales del Mundial del ’90 que tuvo lugar en su propio estadio. Diego transformó el lanzamiento decisivo, aunque Alemania acabaría arrebatándole su segundo mundial en la final.
Sevilla FC (1992-1993):
Después de un año en el dique seco debido a una sanción por dopaje, Carlos Bilardo (con quien ganó el Mundial del ’86) rescató a un Maradona sin equipo para disputar una temporada con el conjunto hispalense. Sin pena ni gloria, el genio pasó su etapa en el Sevilla arrastrando problemas físicos que lo obligaban a jugar de infiltrado. La relación entre técnico y jugador se rompió porque el primero frenó un cambio del ’10’ (que alegaba molestias en la rodilla) en un partido contra el Real Burgos y le obligó a permanecer en el terreno de juego, aunque acabó cambiándole. Aquel episodio implicó la salida de Maradona del Sevilla y su vuelta al fútbol argentino para poner punto y final a su carrera.
Última etapa en Argentina (1993-1997):
Maradona recaló en el fútbol argentino antes de retirarse como profesional. Primero tuvo un paso anecdótico por Newell´s, donde tan solo disputó cinco encuentros oficiales, aunque para sus aficionados fue algo muy especial. Después de tener que abandonar la concentración del Mundial del ’94 por una nueva sanción de la FIFA por doping, Maradona fichó por Boca para cerrar su carrera, donde militó durante dos temporadas. Un final perfecto entre el ’10’ y el club de sus amores para poner fin a su etapa como jugador.
Tras colgar las botas, Maradona ha ido pasando por diferentes posiciones sin encontrar estabilidad en ninguna. Como técnico, lo más destacado fue su papel en el Mundial de 2010 como seleccionador de la albiceleste. Aparte de eso, el resto han sido anécdotas y escenas públicas llamativas, como su repertorio de reacciones desde el palco del Mundial de Rusia 2018. Así era Maradona, un genio en el campo y un hombre peculiar fuera de él. Si nos tenemos que quedar con una declaración, sería la que pronunció en su discurso de despedida el 10 de noviembre de 2001, día de su retirada: «La pelota no se mancha».