El Atlético del Cholo Simeone sigue liderando la clasificación de LaLiga (junto con la Real Sociedad) y continúa sacando sus partidos adelante a base de buen fútbol y combinaciones ofensivas en campo contrario. Así fue la tónica general de su encuentro en Mestalla, donde no paró de amenazar la portería de Jaume Doménech hasta encontrar el gol del triunfo en una jugada de puro desequilibrio de Yannick Carrasco y desafortunada para Toni Lato, que introdujo el esférico en su propia portería. La suerte sonrió al equipo que más la buscó.
Cambio de sistema en el Atlético:
La novedad en la alineación del Cholo en el día de hoy fue su cambio de sistema, algo que es noticia porque el técnico argentino vive anclado en el 4-4-2. Hoy jugó una hora con un 5-3-2 con el que buscó rotar sin comprometer el rendimiento de su equipo. Yannick Carrasco se quedó en el banquillo después de exprimirse al máximo frente al Barcelona y Joao hizo lo propio con la mente puesta en el trascendental choque frente al Bayern de Munich del próximo martes.
De esta forma, Mario hermoso, que tiene una salida de balón excelente, se situó como tercer central junto con la ya habitual pareja formada por Giménez y Savic, y Lodi, que en defensa es un coladero pero en ataque siempre aporta, se situó como carrilero izquierdo. Koke, Saúl y Llorente custodiaron la medular y Correa y Lemar, que estuvo muy participativo durante todo el encuentro, dirigieron los ataques.
Un guion claro:
El partido mantuvo la misma línea durante los noventa minutos: el Atlético llevó la iniciativa por completo en gran parte gracias a la cantidad de hombres que acumulaba por el centro (solo desplegaba en los costados a Trippier y Lodi), lo cual fomentaba el juego interior. El Valencia de Javi Gracia, que tiene un problema descomunal en el centro del campo porque no tiene a nadie capaz de distribuir, se replegó en un 4-4-2 cerrado y se encomendó a un empate que estuvo cerca de lograr.
Se notó que el técnico navarro había trabajado el posicionamiento sin balón durante toda la semana, porque su equipo cerraba bien los espacios y buscaba emplear el clásico «robo tras pérdida» para salir en estampida al contragolpe con las balas que tiene en los extremos, principalmente la de Yunus Musah, que se ha convertido en una pieza importante. La cruz de los murciélagos fue claramente Guedes, al que no le salió nada. El portugués entró poco en juego y cuando lo hizo se mostró muy impreciso en el toque de balón y lento en la toma de decisiones. Partido muy gris del luso.
Notable Lemar:
Lemar cuajó un partido bastante completo en Mestalla. Comenzó en la mediapunta por detrás de Correa, pero tuvo bastante libertad para moverse a sus anchas en 3/4. Cayó a la banda constantemente para recibir el esférico y fue el autor de las dos ocasiones más claras del Atlético en la primera mitad con dos jugadas calcadas marca de la casa: conducción diagonal hacia dentro, eslalon y disparo cruzado con ambas piernas que hicieron emplearse al máximo a Jaume. Seguro que esto es exactamente lo que espera el Cholo del francés.
Carrasco fabricó el gol del Atlético:
El Atlético fue superior en todo momento pero, al igual que le ha pasado en sus dos compromisos de Champions frente al Lokomotiv, estuvo muy desacertado de cara a portería y cerca de volver a quedarse a cero en el marcador. El Cholo movió ficha tras el descanso y metió primero a Joao y después a Carrasco, que terminó de desajustar a la defensa ché por completo. Yannick Carrasco está en un gran estado de forma y fue el que provocó el tanto de la victoria con un gran desborde por la izquierda donde sacó un centro raso que Lato envió a sus propias mallas. Carrasco encara y casi siempre se marcha de su par. Qué jugador.
El tanto en propia puerta fue un golpe mortal para el Valencia, que no tuvo capacidad de reacción después de haber estado buscando el empate todo el partido y se marchó sin su punto soñado en el último suspiro. El Atlético se consolida en la tabla y continúa con paso firme hacia la candidatura del título liguero. Javi Gracia sigue haciendo malabares para sostener un equipo al que quieren matar desde dentro, y bastante está haciendo.