Si evaluamos la temporada del Valencia CF, como dijo Miguel Quintana en su entrevista con esta casa, es el club que más méritos ha hecho para ocupar una de las tres plazas que otorgan el descenso de categoría a LaLiga Smartbank. Sin embargo, el equipo ha acabado solventando la difícil papeleta en la que se encontraba manteniendo la categoría.

No hay duda de que la llegada de Rubén Baraja no fue nada fácil y, por el contrario, fue bastante cuestionada. Se trataba de un entrenador sin experiencia en un banquillo de primera división al mando de un equipo que se encontraba penúltimo en la clasificación. Además, en sus inicios, el Valencia se caracterizó por ser un equipo muy débil fuera de casa, pero que tiraba de garra en Mestalla para agarrarse a la permanencia.
Sin embargo, el equipo parece haber levantado cabeza y los del ‘Pipo’ han cosechado resultados óptimos para sellar la permanencia. ¿El mérito de esto? La valentía del míster para dar confianza a los chavales de la cantera como Javi Guerra, Diego López o Alberto Marí, que han impresionado con sus actuaciones, mostrando un gran potencial y salvando puntos vitales en la lucha por la permanencia ante rivales directos.

Este enfoque en los jóvenes talentos ha revitalizado al equipo y ha generado un sentido de esperanza entre los seguidores valencianistas. Sin ir más lejos, el delantero Alberto Marí, de 21 años, le dio los tres puntos al conjunto che en el choque trascendental ante el Celta con un testarazo en el minuto 88. Además, en el anterior duelo frente al Villarreal, el canterano anotó en el 93’, pero el tanto fue anulado.
En el caso de Javi Guerra, todo el mundo sabía que el centro del campo del Valencia era una auténtica feria, y que, jugadores como Guillamón, Ilaix, Nico o Yunus no estaban funcionando como lo esperado, por lo que la aparición del joven de 20 años no ha podido ser más crucial.

El centrocampista, que ya había tenido algunos minutos de tanteo frente a Sevilla y Elche, apareció y besó el santo en el minuto 93 en Mestalla ante el Valladolid con apenas un minuto en el terreno de juego.
Un trallazo exterior le dio los tres puntos al Valencia y, con ello, se ganó el corazón de los valencianistas y la confianza de Baraja. Javi Guerra ha llegado para aportar el músculo, la garra y el equilibrio que tanto echaba en falta la sala de máquinas de los murciélagos.
Además, para el bien del valencianismo, el club ha querido atar al jugador, que acababa contrato en 2024, con su renovación hasta junio de 2027, incluyendo una cláusula de rescisión de 100 millones de euros.

El bueno de Diego López anotó su primer gol con la camiseta valencianista en la última jornada ante el Betis. Se trata de un extremo que ha aportado esa frescura y verticalidad que tanto necesitaba el combinado valencianista. El ’40’ genera muchísimo por el costado, llegando siempre con mucha velocidad y desborde. Además, también fue el artífice de la asistencia que le brindó a Kluivert en el duelo ante el Celta, en el que consumó su primera titularidad.
Lo del Valencia es una temporada muy difícil. Lo que parecía un equipo ilusionante que, al inicio con Gattuso, llegó a colocarse hasta en la 7ª posición, se ha ido cayendo y convirtiendo en un infierno por méritos propios, tanto en la mala gestión de la directiva como de lo deportivo.
Sin embargo, en estos últimos partidos, el equipo ha mostrado una mejora significativa bajo el liderazgo de Rubén Baraja y el descubrimiento de los canteranos mencionados anteriormente, que ha sido un factor clave en esta transformación.

Esta temporada, el Valencia CF se ha jugado su prestigio, su historia y su futuro, ya que un descenso hubiese supuesto una catástrofe deportiva y económica que podría haber tenido unas consecuencias irreparables.
Sin embargo, Baraja ha encontrado en los canteranos su amuleto para no caer al pozo, el antídoto ante una plantilla con mucha presencia de jugadores cedidos a los que poco importa el escudo.
Imagen principal: Edit Marta Calle.