De todos es sabido que el Valencia CF se encuentra en una situación ‘in extremis’ total. En una UCI futbolística e institucional que, poco a poco, está arrastrando a un club histórico de nuestro fútbol hacia un precipicio demasiado realista en forma de descenso a la Segunda División. Y el tiempo para evitarlo corre en contra. Rubén Baraja, también conocido como ‘El Pipo’, y leyenda del club che como jugador, es la última bala para evitar la catástrofe.

El Valencia CF lleva demasiado tiempo siendo maltratado por sus propios dirigentes. Exactamente, cerca de nueve años, que es cuando Meriton Holdings, de la mano de Peter Lim, adquirió la propiedad del club.

Club, por cierto, que carece de una estructura deportiva en condiciones desde el inicio de la temporada 19/20, con las salidas de Mateu Alemany y Marcelino García Toral. Los únicos que lograron algo de estabilidad (y triunfos acordes al historial de esta institución) durante todo este periplo de la entidad hacia la más absoluta nada. Los largaron por el cuestionamiento de unos profesionales cualificados hacia unos incompetentes cegados. Así hasta hoy, y veremos hasta cuándo.

Rubén Baraja tiene experiencia en múltiples banquillos de nuestro fútbol, pero carece de bagaje alguno en Primera División. En su presentación aseguró «no tener miedo» de la situación que atraviesa el club y estar cumpliendo un sueño.

Desde luego, se trata de su mayor reto profesional hasta la fecha, el más exigente y el más especial, por su intachable trayectoria en el verde de Mestalla. Por ahí, quizá, también gana Peter Lim. Alguien de la casa siempre cuenta con un crédito extra entre la afición y, a su vez, supone una sobreprotección para la cúpula. Es de manual.

El Valencia no empezó mal el nuevo curso y parecía que por fin, bajo el carisma de Gennaro Gattuso, había encontrado algo de estabilidad deportiva en medio de la tempestad institucional.

Pero la paciencia del técnico italiano, enésima víctima de los continuos desplantes y las múltiples promesas incumplidas, acabó por provocar su dimisión para dejar paso a Voro, siempre listo en la sala de espera para rellenar el hueco que deja la trituradora de Peter Lim. Todos sabemos que el problema no está en el banquillo. Hasta él.

A juzgar por la situación del conjunto che y la disposición táctica de Rubén Baraja en sus anteriores equipos, se espera que el nuevo técnico apueste por una propuesta conservadora en forma de 4-4-2, incluso con doble lateral en ambos costados, para tratar de construir la base de la salvación desde la solidez defensiva. Es decir, una línea continuista de lo que planteaba Voro en los últimos encuentros, y totalmente opuesta al planteamiento atrevido del primer inquilino en el banquillo durante esta temporada.

El desenlace está por ver, pero el Valencia lleva demasiado tiempo jugando con fuego por la negligente gestión de unos propietarios de los que todavía se desconoce la intención final de arruinar su propia empresa. Suerte para Rubén Baraja. La va a necesitar.

Imagen principal: @valenciacf.


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