11 de julio de 2010. El día en el que Iniesta nos dio nuestro primer mundial y cambió nuestra historia. ¿Dónde estabas tú entonces? Mejor empecemos desde el principio.
España inició su reinado internacional con la Eurocopa del 2008 de la mano del eterno Luis Aragonés, con el que rompimos, entre otros muchos maleficios que nos atormentaban, el ser capaces de ganar a Italia en una tanda de penaltis. Para mí ese fue el momento clave, ya nadie nos paró desde entonces, hasta cerrar el círculo de nuevo contra Italia en la final de Kiev 2012 con una exhibición. Triplete y dinastía.
Nuestro Mundial:
La selección llegaba a Sudáfrica como una de las grandes favoritas para hacerse con la Copa del Mundo, la ilusión se percibía entre la gente. Veníamos de romper una sequía de 44 años sin ganar nada y parecía que este equipo había obtenido un gen ganador: era nuestro momento.
El primer revés:
Nuestra andadura en Sudáfrica no pudo empezar peor, con una derrota de carambola contra Suiza que nadie se esperaba y de la forma más cruel. 90 minutos con el balón chocando una y otra vez contra un muro blanco para acabar perdiendo por una jugada desafortunada y llena de rebotes. Piqué se abrió la ceja y Xabi Alonso dejó temblando el larguero de la portería del estadio Mosses Mabhida en Durbán, de donde nos fuimos de vacío. Menudo mazazo para empezar, y más teniendo en cuenta que ninguna selección en la historia había ganado el Mundial después de haber perdido el partido inaugural. Habíamos agotado nuestro margen de error, quedaban seis partidos por delante y había que ganar los seis.
Jasper Juinen //Getty Images.
Doblete de Villa para volver a creer:
España encaró el partido contra Honduras sabiendo que otra desgracia como la de Suiza nos mandaba a casa. A priori un rival asequible, pero el partido había que jugarlo. Menos mal que Villa nos iluminó el camino con dos goles para darnos nuestra primera victoria. El rumbo empezaba a enderezarse.
Cara o cruz contra Chile:
El último partido en la fase de grupos nos enfrentó a un rival muy incómodo y rocoso, el típico contra el que nadie quiere jugar. Chile, de la mano de Bielsa, llegaba al encuentro con seis puntos y pleno de victorias, pero aún no estaba clasificada. Villa volvió a aparecer en el momento preciso para romper la igualada con un zurdazo desde el centro del campo, aprovechando una imprudencia de Bravo, e Iniesta encarriló la victoria con un toque de interior perfecto tras una gran combinación con el asturiano. En esa misma jugada, el centrocampista chileno Estrada vio la tarjeta roja por una zancadilla a Torres en la acción previa al gol. El partido se había puesto muy de cara, pero el tanto de Millar nada más comenzar la segunda parte volvió a poner en vilo nuestro pase, aunque el empate entre Honduras y Suiza clasificó automáticamente a España como primera de grupo y a Chile como segunda. Todos contentos y primer escollo superado. Portugal esperaba en octavos.
Getty Images.
Una jugada de ensueño para romper la igualada:
El partido contra Portugal solo lo podía desequilibrar una genialidad de los “bajitos” de España, magos del balón capaces de ver resquicios donde no los hay. Algo así le debió de pasar a Xavi en la jugada del tanto definitivo. El centrocampista catalán detectó el desmarque de Villa sin tener el balón, y cuando le cayó tras un rechace de la defensa lusa, habilitó al Guaje con un taconazo para resquebrajar la muralla Portuguesa. Villa definió cayéndose y ese balón tocó en el larguero para besar la red y enviarnos a cuartos. A Cristiano solo le quedó escupir a las cámaras tras un baño de realidad. Hora de superar la barrera de cuartos.
FIFA.
Tres palos para romper la maldición de cuartos:
Sin duda el punto de inflexión se produjo contra Paraguay, en el que pasó de todo pero, a diferencia de tantas otras veces, por fin tuvimos la suerte de cara: Paraguay aparcó el autobús y tuvo una oportunidad de oro para adelantarse con un penalti a favor, pero nuestro Santo Iker Casillas apareció bajo palos para salvarnos y blocar el disparo. Reina tuvo que ver mucho con esa parada, pues había estudiado los lanzamientos de Cardozo y le chivó a Iker el lado al que lo iba a tirar. Acertó de pleno.
Villa provocó un penalti gracias a una embestida de Alcaraz en la siguiente jugada, y ahí sí que nos pasó de todo: Xabi Alonso anotó el primer lanzamiento, pero el árbitro lo mandó repetir porque los jugadores entraron en el área antes de tiempo. El propio Xabi reconoció que en el segundo tiro le entraron dudas, y Justo Villar le adivinó el lado. Cesc acudió al rechace y el meta paraguayo le derribó, otro penalti clarísimo, pero el árbitro no lo señaló. El encuentro parecía estar destinado al empate.
De nuevo los bajitos pero muy jugones se encargaría de señalarnos el camino en el minuto 81: triangulación de libro entre Iniesta, Cesc y Xavi para desarticular todo el centro del campo paraguayo; el manchego dejó en el suelo a dos rivales con su mítica “croqueta” y dejó solo frente al portero a Cesc, que la estrelló en el palo (el primero); Villa recibió el rechace, le dio al palo derecho (el segundo) y el balón salió dirigido al palo izquierdo (el tercero) antes de profanar la portería y mandarnos a cuartos. Jugada de paintball para superar nuestra mayor losa en la historia de los mundiales.
Y tarzán voló:
El partido de Alemania lo resolvió Tarzán Puyol con un cabezazo impecable en un córner botado por Xavi. El central voló por encima de toda la defensa alemana, incluido su compañero Piqué, y de nuevo hizo justicia en el marcador con una ventaja mínima que en ningún momento reflejó la clara superioridad de España. Xavi ya dijo que en el momento en el que golpeó el cuero y vio saltar a Puyol sabía que esa iba dentro, y no se equivocó. Estábamos en la final del mundial.
El Santo y el Iniestazo:
La final contra Holanda fue un partido bronco, donde al equipo de Bert Van Marwijk no le quedó otra que bajarse al barro y frenar con faltas la enorme superioridad de España. Xabi Alonso fue el primero en sufrirlo con una entrada criminal de De Jong, y Van Bommel hizo lo propio con Iniesta, pero no les funcionó.
El Santo volvió a aparecer en el momento clave para sacar un pie milagroso en el mano a mano con Robben y salvarnos de nuevo. Este mundial estaba destinada para nosotros.
Iniesta culminó la hazaña en el minuto 116, minuto que siempre recordaremos: Navas galopó todo el campo, Iniesta recibió y se la dejó de tacón a Cesc, se la devolvió a Navas y este abrió en banda a Torres; el madrileño puso un centro corto, Cesc recogió el rechace corto de Van der Vaart en la frontal, le pilló fuera de sitio y se la puso a Iniesta, que controló con bote y la enchufó al palo largo de Stekelenburg. El gol de todos. Eramos Campeones del Mundo.

Efe.