La derrota de España contra Marruecos ha sido un jarro de agua fría para las ilusiones de muchos. La resaca emocional ha sido incluso peor. Ya se empieza a hablar de fracaso y muchos ponen en duda la continuidad de Luis Enrique.

Hace un tiempo leí una frase, de la que no recuerdo el autor, que me vino a la mente justo después de ver chutar a Hakimi: «La derrota no solo desnuda nuestra ficticia fortaleza, también puede desencadenar sorprendentes epílogos«.

No éramos los mejores, pero aún así hablamos de decepción. Eso habla de nuestras ilusiones y nuestros sueños, esperanzadores hasta el último momento. 2014 fue el fin de una generación gloriosa. En 2018 el relevo generacional no estuvo a la altura. Desde entonces, una nueva camada de chicos ha intentado estos años volver a ilusionar, con la carga de años mejores y la mirada escéptica de muchos.

Convencer a un país de que este grupo es capaz de ganar es muy difícil, sobre todo viniendo de nuestra etapa más laureada. Muchos de los que ahora apoyan a España solo saben lo que es «la maldición de cuartos» porque alguien más mayor la invoca como quien se acuerda de Vietnam.

Ahora llaman padre al seleccionador, y realmente alguno tiene edad de ser su hijo. Enganchar a una afición, no a través de títulos, sino con acercamiento y empatía, es una forma potente de adaptarte a la actual sociedad.

Sus directos en Twitch han sido objeto de debates y teorías sobre el porqué de esta decisión o si iba a afectar a su desempeño en el Mundial. Poner en duda su profesionalidad por lo que decida hacer en su tiempo libre es absurdo.

Por una cosa o por otra, en este Mundial cierto sector del periodismo deportivo español ha tocado el punto más bajo del rigor periodístico, si no lo había hecho ya.

En esos 45 minutos diarios de directo, Luis Enrique se ha acercado a curiosos aficionados que han querido saber más sobre el hermético seleccionador. A veces se abordaban temas jocosos, con preguntas más personales, pero también se ahondaba en lo profesional para conocer más sobre la preparación de España.

Durante estos días de Mundial ha ido pasando todo su staff técnico por los micrófonos de Twitch y se ha podido ver el trabajo que hay detrás de cada uno de ellos. Se tocaban temas interesantes, como la salud mental en el deporte.

Siempre he considerado a Luis Enrique un técnico muy versátil, capaz de amoldarse y sacar el máximo rendimiento de lo que tiene. En la selección él no hace un All-Stars de españoles, sino que elige piezas y perfiles de futbolistas que formen el colectivo que cree mejor.

Es eso mismo lo que me ha decepcionado de él. La poca versatilidad que ha tenido en los momentos difíciles de este torneo. He visto una España falta de recursos y respuestas para lo que planteaban los rivales.

Admiro la personalidad de Luis Enrique, directo y con las ideas claras, aunque entiendo que no es del gusto de todo el mundo. Estar en desacuerdo con las decisiones o ideas del seleccionador es lo más normal del mundo. Llevárselo al terreno de lo personal es de una bajeza moral al alcance de muy pocos.

Fuera de los terrenos de juego, una primera piedra se ha puesto de cara a un futuro no tan lejano. Algunos se atreven a decir que a los jóvenes cada vez les interesa menos el fútbol. La realidad es que cada vez hacen el fútbol menos accesible. Ojalá más entrenadores y jugadores se atrevan a ser naturales con su afición.

En lo futbolístico, tenemos una generación joven con la que crecer y a la que ir sumando más talento. Los restos de años mejores ya empiezan a ser más nostalgia que realidad y de los fracasos tendremos que aprender. No queda otra si queremos ser mejores la próxima vez.

Imagen principal: @SEFutbol.


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