Rara vez en un partido de fútbol lo extradeportivo tiene mayor peso que lo que ocurra durante los 90 minutos. Más aún si tenemos en cuenta las dimensiones del encuentro y su trascendencia para uno de los equipos implicados. Sin embargo, pese a su corta duración, el pasillo es un gesto cuyo análisis se extiende «frame a frame».

El Atlético de Madrid-Real Madrid se ha convertido en una batalla decisiva debido a la pésima recta final de los locales, en la misma línea de la campaña doméstica.

Si el conjunto dirigido por el Cholo Simeone hubiese hecho sus deberes (su calendario invitaba a ello), la decisión de hacer o no el pasillo habría perdido fuerza. Ahora, en una situación delicada, el club usa su negativa como escudo protector ante las críticas por el rendimiento deportivo.

Ojo, esto no quiere decir que con la plaza de Champions encaminada sí hubiesen rendido respeto al campeón. No obstante, la acción se hubiese meditado más.

Si algo chirría en todo esto es el mensaje que, primero Giménez y luego Simeone, trasladaron desde el vestuario. «Tenemos respeto por nuestra gente» han sido las palabras más repetidas por el Cerro del Espino.

No parece que sea lo más acertado, excepto si se refieren a la afición que estará presente en el Wanda Metropolitano. Y, todavía así, cuesta creer que el 100% de los colchoneros vean una humillación realizar el pasillo al eterno rival, vayan o no al campo.

El Atleti, desde la llegada de Simeone, ha defendido un lema por bandera: «Orgullosos de no ser como vosotros». Esta noche se erigía como la ocasión perfecta para demostrarlo. ¿Qué más darán los precedentes del rival?

El pasillo es una tradición con el simple objetivo de reconocer a quien ha sido mejor que tú durante la temporada. De hecho, los rojiblancos son los principales culpables de la temprana consecución del título.

Tampoco deja en buen lugar el ejemplo de caballerosidad por parte del Barcelona anoche frente al Betis. Sí, la rivalidad impera en el caso del derbi madrileño, pero el Atleti quedará retratado si encima no consigue los tres puntos. Ganar debería ser la única forma de venerar a tu afición.

Aunque, sin duda, la parroquia rojiblanca tiene que restar atención al dichoso pasillo. Lograr la primera victoria ante el Real Madrid en el Wanda Metropolitano es la única preocupación.

El Atleti se juega el cuello, maquillar un año para olvidar. El gesto da para un debate ético interminable a la vez que repetitivo y aburrido, pero la decisión está tomada. No hay más. A disfrutar de la parte sustancial del fútbol: cuando rueda el balón.


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