La Selección Española de Fútbol anunció esta semana la convocatoria para los próximos compromisos del equipo. Entre las ausencias, hay que señalar a Adama Traoré. Para cualquiera que haya sido testigo de su temporada, no será una sorpresa esta baja. No obstante, considero que es un buen momento para explicar quién es el auténtico Adama. Aquel corpulento extremo que brilló la pasada campaña y se ganó un puesto en la Selección, fue una excepción. Una anomalía respecto a su carrera.
Adama Traoré se crio en la cantera del Barça y comenzó su trayectoria profesional en el Aston Villa. Un año después de fichar por los ‘villains’, pasó al Middlesbrough (con 20 años). Sus actuaciones durante dos cursos seguidos, en Championship, convencieron al Wolverhampton Wanderers para contratarlo en el verano de 2018.

Desde entonces, Adama ha sido protagonista con el club. Su explosividad y velocidad han sido los factores decisivos para ayudarle a triunfar en la Premier League. Sin embargo, nunca ha sido un jugador que destaque por su inteligencia en el campo. Una de sus mayores debilidades es la toma de decisiones. Suele ser impulsivo con balón y busca, casi siempre, ganar línea de fondo para centrar con su pierna dominante.
Su calidad técnica tampoco es alta, lo cual se suma al nulo factor sorpresa de sus jugadas. En definitiva, es un extremo con facilidad para superar a sus rivales por potencia física, pero poco productivo. Todo esto ha quedado evidenciado en los últimos meses. Con cero goles y cero asistencias en la 2020-21, Adama atraviesa una racha negativa que invita a pensar que su explosión en la pasada campaña fue un espejismo.
En realidad, se puede decir que esta versión de Adama es la verdadera. Tiene 25 años, se acerca al periodo de plenitud para los jugadores de su posición y no parece estar preparado para dar un paso más. Quizás, en el fondo, no tiene el potencial que hasta ahora se le intuía. Será cuestión de tiempo comprobarlo.