El Boxing Day de Inglaterra siempre ha sido un día especial dentro del mundo del fútbol. Una jornada diferente donde la Premier League se viste de salvadora para deleitar con partidos de auténtico fútbol inglés a todos los aficionados del planeta que el 26 de diciembre de cada año acuden a la llamada de un paréntesis en forma de esférico tras dos días de excesos navideños. Gradas repletas de aficionados con gorros de Papá Noel, neblina al más puro estilo británico, lluvia de goles y emoción con duelos épicos que nos devuelven a la rutina de fútbol que para entonces ya echamos de menos.
Hay cosas que han cambiado en un año fatídico que está a punto de terminar, pero la esencia se mantiene: las gradas están cubiertas con lonas que protegen los asientos para cuando sus dueños vuelvan, pero la emoción y la tensión competitiva de cada encuentro se mantienen como cada año al ritmo de un maratón futbolero con mucho en juego por todos lados.
Otras no, como el ensañamiento de los realizadores ingleses con cada acción al señalar al culpable y al ausente, que ya sucedió desde el primer minuto de juego con el fallo en el cabezazo de Rashford y la imagen de Cavani en el banquillo, que acabaría asistiendo a Bruno Fernandes el cuarto de hora que jugó; tampoco cambia que Vardy solo necesita tocar un balón en 90 minutos para anotar y darle un punto a su equipo y dos al Liverpool. Sí faltó el gol en Craven Cottage por un fallo garrafal de Che Adams y por dos anulados a Shane Long y Theo Walcott por fueras de juego, aunque el Aston Villa lo compensó a la misma hora en el Villa Park con un recital ofensivo que vapuleó al Crystal Palace.
El turno de las 18:30 nos deparaba un derbi londinense que permitió respirar a los Gunners a costa de un Chelsea demasiado contemplativo: al igual que en España, allí los árbitros también se equivocan viendo las repeticiones, lo cual esta vez supuso un premio a la buena actuación de Tierney en directo y al falso pisotón de James que Lacazette aprovechó desde los once metros para encarrilar el triunfo. Después llegaron dos versiones, el golazo de libre directo de Xhaka y el churro de centro de Saka que acabó en la escuadra.
Para cuando los blues se quisieron dar cuenta ya iban 3-0, pero Abraham dio la sensación de que podían pasar más cosas, y quién sabe lo que hubiera ocurrido si Jorginho hubiese hecho lo que tenía que hacer. De vez en cuando, aunque cada vez con menos asiduidad, al Arsenal le sonríe la suerte y se encuentra con una victoria cómoda. El problema es que lo único regular del equipo más irregular era que antes siempre quedaban cuartos y ahora no está claro ni que vayan a alcanzar la Europa League.
El City cerró el día con un triunfo por 2-0 frente al Newcastle que le mantiene en la pelea, y el Everton sumó los tres puntos gracias a un Sigurðsson que permite soñar a los Toffees con que igual es posible. Así es la magia del fútbol inglés en un Boxing Day tan inédito como casi todo lo demás.