El Málaga CF comienza a tener cara de Primera RFEF. Tras el embargo de las acciones de Al-Thani y el saneamiento de cuentas en La Rosaleda, parecía que el club podría volver a volar sin el freno de nada ni nadie. Lejos de la realidad, el Málaga ha ido a peor comandado por malagueños y malaguistas.

Con el sexto límite salarial de LaLiga Smartbank, los blanquiazules ocupan la vigésima posición en la tabla clasificatoria y aún no conocen la senda de la victoria este 2023.

Los nuevos fichajes que tanto pidió Pepe Mel para que llegasen en invierno a tapar un equipo con carencias en diferentes posiciones, de poco han servido hasta ahora. De hecho, es irónico cómo te refuerzan un equipo y días después rueda la cabeza del entrenador.

No contento con eso, Gaspar dimite pero antes trayendo al salvador de hace dos temporadas, Pellicer, que ya hizo un milagro y es el último clavo al que se agarra el malaguismo para no caer a los infiernos.

Ahora las críticas llueven hacia el Administrador Judicial. José María Muñoz no es el culpable de nada, está puesto ahí por una jueza, no sabemos siquiera si le gusta el fútbol o la petanca y sin embargo, hay parte de la afición que le echa la culpa básicamente porque ya no queda nadie a quien echársela tras la salida de Manolo Gaspar.

Por suerte, el empate del domingo entre Ponferradina y Racing hace que el Málaga se mantenga a cincos puntos de la salvación y no a siete. La reacción, si es que la hay, tiene que ser ya, puesto que en caso de volver a caer el domingo en Albacete, posiblemente el Málaga estaría ya a tres partidos de salir del hoyo, demasiada distancia para un equipo que tan sólo ha ganado cuatro partidos en toda la temporada.

Si esto no cambia ya, el destino del Málaga CF será el fútbol semiprofesional o peor, la desaparición.

Imagen principal: @MalagaCF.


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