Acaba el primer Grand Slam del año con la vuelta al trono australiano de Novak Djokovic, que logró su décima victoria en la tierra de los «aussies» en una final escrita en tres capítulos.

El telón se abrió y el primer acto comenzó con un break del serbio nada más empezar el encuentro, esto unido a su fiabilidad con el saque con el que apenas sufrió, le bastó para llevarse el set por 6-3.

La segunda entrega de la final arrancó de buena manera para el Tsitsipas, que se quiso meter en el partido rompiendo el saque a su rival. Lejos de confirmar el break, Novak le devolvió la rotura y el set volvió a igualarse, hasta tal punto que el desenlace de la segunda manga se decidió en el primer Tie-break de los dos que acontecieron durante el enfrentamiento.
Djokovic se puso 4-1 arriba pero Stéfanos logró empatar. Sin embargo, los galones y la experiencia de un tío que ha jugado 33 finales de Grand Slam se impusieron en la lucha por el desempate.

El tenista Heleno se encontraba ante una tesitura complicada y, además, Novak Djokovic nunca había perdido un partido de un grande tras ganar los dos primeros sets (la estadística es de 121-0) una auténtica barbaridad. Aún así, Tsitsipas lo intentó por activa y por pasiva, aunque sin encontrar una rotura que le hiciese meterse de lleno en el encuentro.
Un nuevo Tie-Break sentenció la final y Stéfanos tendrá que esperar para levantar un título de Grand Slam, llegando a dos finales y siendo en ambas víctima de un Novak Djokovic que, junto a Nadal, suma ya 22 grandes.

El serbio acabó rompiendo a lágrimas junto a su equipo y alzó al cielo de Melbourne, donde hace tan solo un año no lo dejaron competir su trofeo favorito.
Imagen principal: @AustralianOpen.