Hoy hace justo una década de la ida de los cuartos de final de la Liga de Campeones en una eliminatoria en la que el Málaga se quedó a las puertas de unas semifinales europeas. Paradójicamente, hoy hablamos de un equipo que camina con rumbo fijo a la tercera categoría del fútbol nacional.

Cada vez son menos las oportunidades que le quedan al Málaga CF para revertir la espiral negativa en la que se encuentra desde el inicio de campaña. Una nueva derrota ante un recién ascendido deja muy tocado a un equipo que aunque quiere no puede. Por mucho que el mensaje sea creer en la salvación parece que solo las misiones imposibles protagonizadas por Tom Cruise suelen terminar bien.

Un equipo que se está jugando la vida no puede no tirar a puerta en 90 minutos ante un Andorra que aunque dominó el balón (es el equipo con más posesión de la categoría) generó poco peligro a la portería de Yáñez, eso sí, una la mandaron al fondo de la red.
Es lamentable el partido de los de Pellicer, jugándose la vida y, sin embargo, mostrándose incapaces de crear peligro en la meta andorrana. Ni el XI titular, ni los cambios, ni el propio técnico estuvieron a la altura de una cita de este calibre, la tónica de toda la temporada.

El próximo rival será el filial del Villarreal, una de las mejores canteras del país y que está a prácticamente a un partido de certificar su permanencia en la división de plata.
A esto hay que añadirle los buenos resultados que le avalan en casa, con ocho victorias, seis empates y tan sólo tres derrotas que lo sitúan en una posición privilegiada, cerca de los playoffs pero sin la posibilidad de ascenso mientras el primer equipo permanezca en LaLiga Santander.
El Málaga va gastando cartuchos y parte de la afición como, yo cree que el propio equipo están empezando a desfallecer en la creencia del famoso milagro.
Imagen principal: @MalagaCF.