Llegó febrero. El fútbol entra en el mes más temido para los equipos que hasta ahora disfrutaban disputando varias competiciones. Lo que era un regalo se torna en un suplicio en forma de desgaste para las plantillas. Y es que esta temporada avanzar en Copa del Rey, con el nuevo formato cada vez más integrado y emocionante, trae consigo consecuencias negativas en liga.

La dosificación de la participación de los jugadores ya se antoja fundamental para cualquier club. Si bien es cierto que la rotación es menor para quienes poseen grandes limitaciones, aquellos que, con objetivos ambiciosos y/o vivos en Europa, manejan bien este aspecto tienen mucho terreno ganado.

Sin embargo, no suele ser sencillo por la acumulación de lesiones y, a pesar de introducir variantes de un partido a otro, en ocasiones el resultado sigue siendo negativo. Esto es algo que se acrecienta en equipos que no acostumbran a vivir este tipo de situaciones.

En esta edición de Copa hemos gozado de una intensidad e igualdad inusual en una década marcada por el casi dominio del FC Barcelona. Un trofeo desprestigiado que se ha transformado en una oportunidad de oro para todos, independientemente del motivo.

Los cuatro semifinalistas saben de la dificultad para volver a tener tantas opciones de levantar un título. Y esa ilusión prima sobre el resto de cosas. Por ello, Betis, Rayo Vallecano y Valencia (el Athletic todavía no ha jugado) han demostrado esta jornada el inmenso derroche físico y psicológico que supusieron los cuartos de final de Copa del Rey. Los tres equipos, a pesar de la rotación, andan con la cabeza en lo que ocurrió la semana pasada y en lo que está por venir entre el miércoles y el jueves.

No obstante, aunque la lógica invita a pensar que esto es común, perder la orientación de la temporada por centrarse en una competición resulta un arma de doble filo. Un «all-in» siempre es arriesgado. De hecho, sólo dos entidades se lo pueden permitir: el Rayo Vallecano, puesto que la permanencia la tiene encarrilada; y el Valencia. Los de Bordalás, incapaces de sumarse a una barata pelea por Europa, han encontrado con la Copa su única chance de salvar el año.

En cambio, tanto Betis como Athletic deben andar con cuidado. En Heliópolis han realizado un trabajo extraordinario para asentarse entre los cuatro primeros clasificados y, en vista de la eliminatoria frente al Zenit, no es momento de malgastar la ventaja ganada a sus perseguidores. Con el paso de las semanas se intensifica el desafío y la inexperiencia se convierte en el factor que decanta la clasificación final.

Por su parte, el Athletic posee un importante y bonito reto con la Copa, su campeonato; pero, en la opinión de un servidor, Marcelino ha construido un bloque con argumentos futbolísticos suficientes para, en las últimas jornadas, luchar por una plaza europea. Por tanto, sería un error y algo impropio del técnico asturiano «tirar» la liga y prescindir de la ambición que le caracteriza.

La Copa ha irrumpido con fuerza y en liga ha dejado una resaca de categoría.

Imagen principal: Twitter @RealSociedad.


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