Miguel Quintana, al que tuvimos el placer de entrevistar en esta casa, es uno de mis mayores referentes en cuanto al periodismo. Una de sus afirmaciones que más me gustan es la de que, en tiempos de crisis económica de los equipos, se ven obligados a tirar de la cantera (algo muy representativo en el Barcelona) y, por lo tanto, esos jóvenes talentos son denominados «hijos de la ruina». Creo que no existe un ejemplo más representativo que este Valencia.

El proyecto del Valencia CF desapareció hace años, primero con la marcha de Marcelino y posteriormente, con la de Mateu Alemany, el único, exceptuando a Jorge Mendes, que convencía a Peter Lim para invertir y crear un proyecto deportivo serio.

Con las posteriores salidas y falta de inversión, el club del Mediterráneo pasó de codearse con los grandes de Europa en la Champions League a luchar cada año por la salvación.

Cada día que pasa, la plantilla es peor y los aficionados chés, lógicamente, más pesimistas. Pero en estos momentos son en los que aparecen los jugadores que acaban siendo referentes para la grada.

En las buenas está todo el mundo, pero los que se mantienen en las malas, serán leyendas eternas para el club. Gayà ha demostrado ser su gran capitán, pero los canteranos representan los sentimientos de la afición.

Son jugadores que sienten el escudo, la camiseta y el club. Son futbolistas que, faltos de experiencia, no dejarán un aliento sin exhalar por salvar al equipo que aman y en el que llevan años luchando por llegar al fútbol profesional. En la temporada pasada, ya fueron la base de la salvación en el tramo final, pero este año, el equipo es suyo desde el inicio.

Diego López, Fran Pérez, Cristian Mosquera y, especialmente, Javi Guerra. Con el centrocampista, nos encontramos ante un talento que podría marcar una época en el club, pero sólo si realmente fuese un equipo estable (y serio).

Javi Guerra es un talento especial que interesará a grandes clubes europeos y por el que la propiedad no luchará y aceptará una oferta mediocre para aumentar sus beneficios y no responsabilizarse de un club de la entidad del Valencia.

Probablemente, estos «hijos de la ruina» no tendrían este papel tan importante en Primera División si el club (bien) dirigido por Baraja desde el banquillo, no estuviese (tan mal) gestionado por Meriton en los despachos, pero uno no puede dejar de imaginar cómo funcionaría el equipo si lo deportivo fuese realmente la prioridad y estos canteranos estuviesen acompañados de futbolistas de calidad.

Mientras tanto, cuando tengan el balón Javi Guerra, Diego López o Fran Pérez y consigan victorias de tal mérito(n) como la de este fin de semana ante el Atlético de Madrid, en las mentes de la afición ché sonará de fondo Hijos de la Ruina y su «dame más alcohol, más medicina, para curarme las heridas de la vida…».

Imagen principal: @valenciacf.


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