El frenazo en seco que ha supuesto el coronavirus ha parado el mundo por completo de un día para otro y el fútbol no ha sido una excepción. Las grandes ligas europeas llevan paradas más de un mes con la incógnita de si se podrá concluir la actual temporada.
En España los equipos están a la espera de recibir el OK del Ministerio de Sanidad para realizar los test a cada futbolista y miembro del cuerpo técnico de los 42 clubes profesionales antes de reanudar los entrenamientos, eso sí, siempre siguiendo tres fases escalonadas de retorno a la actividad deportiva para terminar disputando los partidos restantes.
El coronavirus ha supuesto un parón sin precedentes a nivel global que debe hacer reflexionar a los máximos mandatarios cuando todo esto pase. El fútbol, al igual que cualquier otro sector, no se va a librar de pérdidas millonarias que asolarán la sólida estructura financiera que hasta ahora conocíamos.
El escenario tras la reanudación supondrá en una primera fase cero ingresos por entradas, tiendas, tours, actos publicitarios y demás fuentes de remuneración para las arcas de las entidades. Los derechos televisivos serán el único alivio. El presidente de LaLiga, Javier Tebas, ya advirtió esta semana que los clubes grandes, al depender menos de los ingresos televisivos (aproximadamente un 30% de sus beneficios), serán los más perjudicados hasta que todo vuelva a la normalidad por completo y las gradas estén repletas de aficionados.
Quizá con esta crisis desciendan las astronómicas cantidades que se ofrecían en el mercado de fichajes ya por casi cualquier jugador. Quizá las canteras de los grandes clubes vuelvan a posicionarse como el lugar donde forjar el talento que nutra al primer equipo el día de mañana, en vez de buscar constantemente fuera.
Formar en casa siempre fue más barato y eficaz. Igual ahora el virus obliga a retroceder un poco a años anteriores, a épocas más ¨normales¨. A lo mejor el fútbol vuelve a conceder a las canteras el protagonismo que merecen.