No exagero cuando digo que nadie en Ecuador se imaginó que la Selección estaría en el Mundial de Catar. Antes del inicio de las eliminatorias, el cuerpo técnico de Jordi Cruyff se había marchado sin haber debutado con el equipo. Gustavo Alfaro llegó el 26 de agosto (2020).
La Tri comenzó su camino, contra Argentina, el 9 de octubre de aquel año. Los fracasos previos de la Selección y el fiasco de Cruyff habían colocado a Ecuador en una situación de desesperanza.
Pese al escaso tiempo de preparación de Alfaro, el debut ante la Albiceleste dejó entrever aspectos interesantes. No obstante, los que despertaron la ilusión en el país fueron los resultados subsiguientes: victorias de 4-2 frente a Uruguay, 2-3 contra Bolivia y 6-1 ante Colombia.
Desde la tercera jornada, la Tri no ha dejado de ocupar los puestos de clasificación directa (a excepción de la décima, cuando se situó quinta). Alfaro ha construido un grupo sólido, capaz de hacerle frente a cualquier equipo pese a su juventud.
Hernán Galíndez, Félix Torres, Piero Hincapié, Byron Castillo, Carlos Gruezo, Moisés Caicedo, Ángel Mena y Gonzalo Plata. Estos han sido los pilares de la Selección. Aquellos que han mantenido un nivel excelso durante todo el proceso, con errores puntuales.
Ecuador ha logrado un hito en Sudamérica: clasificar al Mundial con una base de jugadores sub23. Por un lado, habla bien del potencial de la Tri. Pero por el otro, nos recuerda que la posibilidad de fallos graves o momentos de bajón está siempre presente.
Este cuerpo técnico y este grupo de futbolistas han devuelto la ilusión a todo un país. Han alcanzado una meta con la que ni siquiera soñábamos en 2020. Desde esta casa, y como ecuatoriano, les doy las gracias. Ocho años después, Ecuador volverá a jugar un Mundial.
Imagen principal: @LaTri