Iker Muniain es un jugador emblema del Athletic Club y del fútbol de calle. Un estilo pícaro y de toque fino capaz de escapar emboscadas, poner balones teledirigidos, y quebrar con el cuerpo para marcar el compás de los partidos al ritmo de la diestra del ’10’.
Pequeño pero escurridizo, el capitán del Athletic atraviesa el mejor momento de su carrera tras trece temporadas en la élite por las que ha madurado futbolísticamente hasta alcanzar su plenitud a las órdenes de Marcelino. Por sus botas pasa todo el juego de ‘Los Leones’ que hace soñar a La Catedral con volver a pasear la Gabarra por la Ría de Bilbao.
Una carrera marcada por la precocidad de su debut a los 16 años y dos graves lesiones de rodilla en la que Muniain ha llevado la batuta de los rugidos de San Mamés hasta consolidar su talento y encontrar una regularidad óptima al servicio de su equipo.
Con la llegada de Marcelino hace poco más de un año, el ’10’ del Athletic desarrolla su mejor juego desde la posición de falso extremo izquierdo en la que su entrenador, fiel al rocoso 4-4-2 de la escuela conservadora pero eficaz, le ha otorgado las riendas para desatar su creatividad con plena libertad de movimientos.
Porque este tipo de jugadores cuenta con una lectura de partido superdotada con la que saben perfectamente por dónde y cuándo moverse para hacer más daño.
Si bien es cierto que el ADN de Iker invita a pensar en un clásico media punta jugón sin ataduras defensivas, su compromiso por el equipo le lleva a exprimirse al máximo en la primera línea de presión, marca de la casa de Marcelino, para robar en campo contrario y desatar su imaginación donde mas duele.
Todo ello, sumado a la irrupción de talento ‘made in Lezama’ protagonizado por Nico Williams, Oihan Sancet o Nico Serrano, hacen que Muniain además tenga receptores aptos para culminar su intelecto.
A las puertas de la treintena y camino de convertirse en un puro ‘one club man’, Muniain ha alcanzado su plenitud y todavía tiene mucho fútbol que dar.
Imagen principal: Twitter @AthleticClub.