El Madrid debutaba en liga con la incógnita de saber en qué estado de forma llegaría el equipo después de una pretemporada tan atípica en la que muchos de sus jugadores apenas han tenido rodaje. Pues bien, en este aspecto sorprendió: el conjunto de Zidane salió con un ritmo muy alto y encerró a la Real en su campo durante la primera media hora, como si ya hubiesen disputado varios partidos. El técnico francés optó por un 4-2-3-1 con Odegaard en la mediapunta y el Madrid encontró fluidez en el juego.
Eso sí, la Real nunca sufrió demasiado. El cuadro de Alguacil se plantó en su campo con un 4-4-2 con el que les daba para cerrar los pasillos interiores e impedir que el noruego participase. Aguantaron el dominio blanco y esperaron el paso de los minutos para salir de la cueva.
Así se dio después del descanso, que fue cuando al Madrid se le acabó la gasolina. La Real comenzó a aprovechar pérdidas blancas en el centro del campo, fruto del cansancio, y explotó los costados en busca de Portu e Isak para hacer daño en transiciones, pero tampoco lo consiguieron. Silva entró para aportar algo de frescura en un último tramo mermado por el bajón físico en ambos conjuntos, pero a él también se le nota que todavía no está en su punto óptimo, ese que se llevan los dos de un partido en el que faltó la claridad en los últimos metros para desequilibrar la balanza.