El equipo blaugrana comenzaba su andadura en las eliminatorias de la máxima competición europea donde ha tropezado en las últimas cuatro temporadas. Y no solo este aspecto remarcaba la importancia de este choque de ida de los octavos de final frente al conjunto italiano, sino el escenario en el que se disputaba. Messi jugaba por primera vez en el templo de Maradona ante la gran expectación del público de San Paolo en un duelo de altos vuelos.

Ambas escuadras presentaron sendos esquemas de 4-3-3, el Barça con Arturo Vidal acompañando a la dupla Messi-Griezmann, mientras que el equipo de Gennaro Gattuso mostró sus intenciones desde los primeros instantes: defensa cerrada, posicionamiento estático y pocos espacios por el medio para dificultar la circulación de balón del Barcelona, dejando así claro el guión del partido. El equipo culé tendría todo el balón, mientras el Nápoles esperaría su oportunidad al contragolpe resguardado atrás. Tocaba armarse de paciencia, pensaría Setién. 

El Nápoles estaba muy cómodo atrás anulando al Barça, que no encontraba la forma de superar el entramado defensivo del cuadro italiano, y aprovechó un pase entre líneas tras robo que le puso por delante en la eliminatoria para despertar viejos fantasmas del Barça fuera de casa en Champions, donde ha demostrado en las últimas temporadas que no es un equipo fiable y sufre como nadie.  Junior no acertó a retener el esférico, y Piotr Zielinski condujo y la puso atrás para la llegada de Dries Mertens desde el costado contrario, que ejecutó un magnífico disparo de rosca a la escuadra derecha y dejó a Ter Stegen haciendo la estatua. Escenario complicado para el Barça, con derrota momentánea por 1-0 y en casa de un equipo italiano, aunque había tiempo de sobra para la reacción.

El cuadro de Setién trataba sin éxito revertir la situación e insistía con el balón en campo contrario con la esperanza de desbloquear el candado napolitano, hasta que llegó el pase profundo que tanto necesitaba el equipo culé para lograr la igualada y conseguir un gol de oro en el computo global de la eliminatoria. Busquets, que no estará en la vuelta por acumulación de tarjetas, filtró un pase excelente entre las piernas de Diego Demme para la incorporación de Semedo, y el portugués puso el pase de la muerte a Griezmann para anotar el empate y dar oxígeno al Barça.

El conjunto blaugrana había hecho lo más difícil, pero no por ello se eximió de sufrir ocasiones claras del rival como un mano a mano de Callejón que Ter Stegen salvó por abajo. Todo por decidir y la toma de decisiones determinará, sin duda, el devenir de la eliminatoria.

Y precisamente Vidal fue el que no tomó una buena decisión. El chileno se auto expulsó a dos minutos del final por encararse con Mário Rui tras una entrada del jugador del Barça que acabó en doble amarilla por sendas acciones. Y por si esto fuera poco, Piqué tuvo que abandonar el terreno de juego por una torcedura en el tobillo en lo que sin duda fue un final de partido accidentado para los intereses barcelonistas.

El Barça consiguió un gol de oro por medio de Griezmann que deberá hacer bueno en la vuelta para certificar la clasificación a los cuartos de final. 

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